Natividad

NATIVIDAD
De «El falso aristócrata»

 

 
Polvo no seré, ni reliquia.
Ante el obispo, ante el rey,
ante los barrizales con luna,
se irá mi cuerpo huesudo,
pero no el afán de claridad de mi alma.
Que el Alma engulle si Él la desborda.
Que el Alma se agolpa perentoria
si Tu materia se expresa
en un Poder jamás absurdo ni sarcástico.
¡Jesús vivo!
Es un paseo elegante la vida.
La melancolía replica la inocencia de los melocotones.
El campo joven repite sus diversiones.
Las estrellas son mujeres cuajadas.
Eres invulnerable y ningún puñal puede matarte.
El cielo recuerda las velas y sombras de la iglesia anochecida.
El dolor sueña el delito de ser alegre.
La vida es un tufo de leche de infancia.
¡In manus tuas!
No se resquebrajan ahora los labios de la belleza.
La agilidad del Pedagogo asienta las plantas.
El Constructor pone lumbre a los ojos de los pumas.
La Mente pone álgebras al lenguaje.
El alma no muere en el cementerio del cuerpo.
Las tinieblas no gozarán aquí de su tremar ciego.
Los anchos valles de la grey humana viven al fin: Jesús es nacido.
No existen distritos de espíritus turbios en las aldeas.
No existen infiernos excavados en la lluvia.
No existen tardes de soledad y Orfidal.
La muerte no arrebata al Mejor de los Mejores.
¡Jesús vivo!

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