En mi soledad hay un barro bizarro y pitañoso, lo admito sin complacencia y moderado dolor. Sobre un fondo de cortinas desflecadas malvivo. Un fondo con a veces unos ponientes magníficos.
Por ignorancia y error la abrumadora mayoría de los hombres están tan ocupados en tareas suferficiales y en rudas monotonías que sus vidas tienen menos calidad que una sopa de pollo de sobre. El destino de cada hombre está determinado por lo que piensa y hace de sí mismo, y jamás por la opinión pública o la conducta -burda y sandia- de rebañego.
Nunca tuve amigos. Medito y contemplo en mi latebra. En mi madriguera no sueño un sueño con amigos. Mi soledad napoleónica se nutre de lo mejor que se ha escrito y pensado. O, también, de la energía del silencio que es una fértil, tropical orquídea con los colores de Dios. Y el hecho más glorioso de mi experiencia es haberme convertido en un irrefutable loco incurable.
Escupo sobre vuestras tumbas con olor a ajo y cebolla rancia. Son mejores los huesos secos de mi yo, es mejor mi cerebro agusanado de voces y alucinaciones visuales, a sufrir vuestra acebollada compañía.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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