Un texto mío muy juvenil donde, pese al souflé de la idea, el tono de número de la Guardia Civil, y el aliento artaudiano, exhibe una mampostería sintáctica asombrosamente culta (conste que tenía la edad que ahora tienen los analfabetos poetas de Tik Tok o Instagram) y una tiniebla profética autocumplida: me volví loco y pasé toda mi vida solo.
«Mi locura cae desde cornisas marinas a salas donde gira el tetrarca. Un claroscuro con rumor de fruto, de tufo a lagar hondo, de orquestal y escamoso calabozo. Ahí el mundo ya no descansa sobre principios, sino, y al igual que en la infancia, en fragmentos solitarios cosidos a la niebla»
Qué talento, Christian Cuento.
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Dos citas de Nicolás Gómez Dávila, el aforista de lujo «glacé»:
«Los parlamentos democráticos no son recintos donde se discute, sino donde el absolutismo popular registra sus edictos».
«Mientras más graves sean los problemas, mayor es el número de ineptos que la democracia llama a resolverlos».
La nueva literatura española puso de moda aforismos apresurados y de chichinabo. Los escolios gómez-davilianos tiranizan la orgullosa mediocridad estadística.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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