Diario del falso aristócrata 5

Ahora, tras meses, empiezo a aclimitarme a la enfermedad y decadencia de mamá. La soledad, en líneas generales, y pese a algunos días y noches bajos, la asumo. Los manuales de matemáticas me mantienen con cierta capacidad deductiva en mis ideas. Los fármacos también ayudan. No tengo ninguna idea suicida. Ahora se acabó el invierno (época cruel si se vive en una minúscula aldea orensana) No trabajo, pero mis gastos no superan mis ingresos. Dentro de 15 días voy a Barcelona a pasar una temporadita con mi hermana pequeña y mi sobrina. Pues sí, tan mala vida no tengo. Y quiero y me quieren.

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Mi pensamiento empieza a perder su hilo coherente. Cada vez la demencia ocupa más lugar en mi mente.

Me veo como una ameba perdida y olvidada en la inmensidad de la vida.

Yo, un loco, y el mundo prosaicamente práctico, innoblemente soso.

No escribiré más. No lograré leer más.

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Los que nos inclinamos por naturaleza hacia la inteligencia, la racionalidad o el alejamiento de un mero y grosero sentido común, no es que despreciemos a la mayoría de la gente, ni las encontremos ridículas u odiosas, simplemente las sentimos terriblemente LIMITADAS.

No es que uno sea un rapsoda de la fuerza intelectual, el triunfante frente a la pequeñez. Veo a la gente forjada en una minuciosa pasividad, en alucinada poquedad. Veo que son extranjeros de la conciencia refinada, que están exiliados de las relaciones sutiles. No reconozco en ellos unas propias e inmensas capacidades, una forma exacta para sus ideas y temas. No logro imaginar o escenificar la vida de sus mentes, ni me llenan. Mi perspectiva respecto a lo fructuoso de las relaciones sociales es sombría y afligida.

Para explicarme a mí mismo y para explicar mi época no necesito a los demás. Aunque ansío tener lectores, al final únicamente escribo para mí mismo. Como diría Emily Dickinson: “Una prisión se convierte en un amigo”. Mi vida se convirtió en una serie de lacónicos o prolijos soliloquios.

No amo a la raza humana. No creo en el divino ciudadano medio. No creo en las poderosas personas sin estudios. Creo en las mentes cuya visión de la vida incluye ideas.

Me inclino por una vida elegante, independiente, inconformista, sencilla, sin sobresaltos, y en la medida de lo posible plena de pensamientos elevados. Para ello no necesito habilidades sociales.

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Judías despiezadas, torturadas con una saña bárbara. Más de mil muertos. Ni una palabra de compasión por parte de los acémilas universitarios.

Solo cabe una reacción; la expuesta en Números 31, Jeremías 22, Josué 8, Salmos 11, Salmos 18, 1 Macabeos 3.

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Reconocer un estado palestino tras la masacre del 7 de octubre, es recompensar a Hamás por asesinar a más de 1.000 israelíes.

Es recompensar al régimen iraní.

Es vivir con la posibilidad de otro 7/10.

La única forma de promover la paz es a través de las negociaciones directas.

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Definiré «mediocridad», para poder discutir sobre cosas y no sobre palabras. Para mí mediocre se resume en una vida interior poco interesante, plana y no traspasada por la hiperestesia ni por las ideas. De alguna manera todos hemos tenido la sensación intuitiva de una vida interior interesante; al vivir una historia de amor, al crear un hogar, al dedicar anchas y largas energías a un proyecto ETC…El crecimiento interior continuo es señal de una buena vida.

Todos morimos ignorantes, pero DEBEMOS morir menos ignorantes que al nacer. Para mí no ser mediocre es que de forma lenta y gradual, y gracias a la alta cultura, puedas crear nuevas estructuras de significado, conexiones entre esas estructuras, liberarte de lo meramente contemporáneo, comprender algo mejor el lugar que ocupas en el espacio y en el tiempo, saber de dónde proceden las ideas con que vives, empaparte con los modelos de los más altos pensamientos, sentimientos e imágenes.

La mediocridad solo genera mediocridad. Y, por cierto, se puede ser un mediocre famoso (sobran los ejemplos) y un exitoso anónimo (y también alguien popular que, por decirlo así, tiene altas cualidades y genera «un clima de opinión», tanto como un anónimo que sea un hombre sin atributos)

El problema del siglo XXI es que la cultura letrada se sustituyó insensiblemente por la cultura iletrada; la segunda, la cultura mediocre, se extiende planetariamente ya que carece de los anticuerpos de una buena educación. La crisis occidental de la educación es lo que permite la imposición y reinado de la cultura iletrada. La educación es un disolvente contra el analfabetismo. Si falla la educación la consecuencia es obvia: se impone la barbarie cultural (la preponderancia sin matices de la cultura iletrada la podemos observar en los medios de comunicación, la televisión y las redes sociales)

Hoy el arte de vivir te lo venden con recetas y eslóganes mágicos, como si al venderte la idea de felicidad te vendieran pasta dentífrica o un automóvil. La cultura sirve para convertir tu interior en algo más interesante, la faramalla publicitaria de autoayuda ni es realista ni sagaz, y si no te empeora, seguro que no te mejora. El mejor instrumento de descrubimiento personal es la cultura y no su ortopedia o su mero marketing (que son bajezas de trazos arbitrarios)

Thoreau afirmó: «La mayor parte de los hombres lleva una vida de callada desesperación» (frase que se aplica perfectamente a nuestros días) Vivir bien no es vivir en un ciego «Seguir hacia adelante», con el pilototo automático puesto, como un zombi, sin moldear el alma. Vivir una vida con los ojos abiertos, lúcida, es mi idea de vida no mediocre. Y eso, aunque no es el pasaporte seguro a la felicidad, no se logra comprándola en el supermercado, pero -y no es poco- (y esta es la tesis de mi argumentación) ENTONCES NO TE ENVILECERÁS.

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TRAJANO

Ya no hay ruinas, no se pierde nada.

Todo ha sido reconstruido por el poder

de la voluntad, la risa y los sueños.

Y en esta Roma indestructible

y prodigiosa viviremos eternos,

con calor de hielo radiante,

enalteciendo nuestros dioses de suaves

párpados, sin fin entre lecturas, conversación

y paseos lentos por el Palatino y el Coliseo.

Aquí en Roma, lejos de murallas teñidas

de sangre, la vida se remonta al cielo,

cuis sit penitus nota fides animi.

Nota bene: Más que una variación, este poema está inspirado muy directamente en uno del enorme poeta, de quien me considero discípulo, Emil Man Martínez.

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