MA VIE
De «El falso aristócrata»
Con cinco años, ante el espejo, pronunciaste «Christian»
y quedaste cerrado para siempre en un círculo del Infierno.
Con catorce y quince años, debido a un exceso de energía y negrura,
eras un broncas que dabas palizas a diestro y siniestro (victorioso siempre por tus conocimientos altos de artes marciales)
Con diecisiete sufriste una rara depresión muy honda
que curaron diez electroshocks (sí, lectores,
la electricidad pasando por el cerebro
cura como la palabra imantada del exorcista)
Después años de mucho estudio y mucho sexo.
Con treinta y cinco un intento de suicidio grave
-estás vivo de milagro-
A mis ahora casi cincuenta encontré la paz (muy relativa).
Recluido ya en feraz aldea feudal gallega.
Solo con mis demonios y mis recuerdos.
Con miles de libros, un padre muerto, y mamá viva
que cuido y me cuida.
Me contemplo lo mismo que una pintura académica
y demonios y tragedias griegas aparecen en mis sueños.
Recurrentemente hice el mal, a los demás y a mí mismo.
Desembarqué en islas con rostros de muchachas ciegas.
Estuve en cuartos oscuros con hedor a droga y semen.
Vendí valiosas ediciones de Virgilio por un gramo.
Golpeé damascos y consolas doradas.
Una rara violencia ínsita en mí me apartó de la sensatez.
Torturé animalillos de plumón blanco.
Hurté al cielo el cuidado de un sueño blando, puro, quieto.
Aquí estoy, condenado, sin nobleza, purgando los pecados.
Mi sobrenombre es «El lobo» (artrítico, viejo, pobre y cojo, sarnoso y dañado)
Empotrado entre paredes de niebla mi alma expía.
Poca vida más deseo.
A ti, lector mío, envío un saludo desde el infierno.