Huye pequeña alma mía

alone autumn branch cold
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Nadie es particularmente moral o noble.
Toda asociación emotiva refiere al hipermercado.
El Reino de la Cantidad vela el acceso a verdades realmente profundas.
El gusto es una idea lábil que sigue la inclinación del bárbaro.
Los ricos nada se conmueven espiritualmente por el arte
y la energía del alma de los pobres es una emoción tosca.
Un torrente de palabras altisonantes y desprovistas de sentido
representa la tísica esfera mental de los políticos.
Nada de cuanto aflige al corazón humano
pueden ya curar leyes, libros, pueblos, costumbres o monarcas.
Nuestra «scintilla animae», menuda chispa del alma,
se conforma con la papilla desértica de quiroprácticos espirituales.
Acaso el drama de nuestro siglo entrante
sea que aún hay algún que otro excelente músico
pero no hay manera de organizar una mediana orquesta.
Sin memoria no existe gratitud, sin tradición no existe historia,
sin historia solo encontramos las ruinas de la libertad.
La música de los nuevos devotos de esta iglesia moderna
es tropicalmente fértil en escasez.
Y las pasiones más desencarnadas se viven
con un desenfreno que carece de resistencias.
Y todos se irritan por constreñimientos inauténticos.
Ninguna palabra impresa da inspiración, consejo o deleite,
en la Era Oscura de la Televisión o del Océano Gris de Internet.
Las personas se tornan más iguales
al no saber que pueden ser de otra manera.
Se troca en sentimentalismo deleznable
el antiguo sentimiento elevado y ponderado.
Casi no se amolda el gusto a la opinión, la moral al mérito,
la creación al espíritu, la costumbre al pensamiento.
Y el constante anhelo del hombre es remodelar su naturaleza olvidándose de la Justicia, el Bien y la Ley.
Huye pequeña alma mía, huye, al Egipto frondoso de tu soledad.
Aléjate huyendo y permanece en eremítico aislamiento
como un zar desvalido camino del exilio y amistado con las lunas.
La nula comida en común con los hombres
nos devuelve la tranquilidad del alma y el silencio provee de claridad.
Evita el natural rebañego. El tontuelo borreguismo metódico.
Cicerón ha dicho: «Nemo potest non beatissimus ese,
qui est totus aptus ex sese, quique in se uno ponit omnia»,
nadie puede menos de ser muy feliz
si es apto por sí mismo y pone en sí todas las cosas.
Sí, la felicidad es de los que se bastan a sí mismos,
«Omnia mea mecum porto», todo lo llevo conmigo.
Cuando exclusivamente hacemos honor a los demás,
cuando el lugar de tu felicidad es el cerebro de los otros,
debemos despreciarnos a nosotros mismos.
Solitario soy el fuego que irrumpe en el lecho del océano.
Las flores de las guerras más épicas lucen en exitosa soledad.
Mi misantropía no acusará a la Naturaleza ni a los Dioses.
Sobre una quieta tumba de nieve juro no oponer resistencia a mis impulsos.
El amable desarme de este mundo sin armonía es mi destino.
La soledad ideal del hombre es mi indefectible alta fortuna.

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