¿Irene?, esa mera adoración idiota del populismo más rancio, de la inmensa mediocridad no asumida, un abuso descacharrante del borreguismo, una entelequia gastada y acartonada de eslóganes y píldoras de eslóganes burdos, un abuso terco y latoso de la memez forrada de bobería, un canto de flautines toscos y tambores dogmáticos, una vociferante tertuliana de tele cutre. Sus ideas (?) son gominolas o chuches, ocurrencias sin sustancia, atrevidas y astronómicamente ignorantes. Desgraciadamente a mucha gente le gusta vivir engolosinada en la cutrez (ella, en lo material, no) y en la pobreza mental. Les gusta esa estética de desierto para no pensar y golpear a lo bobo, darle a la cucaña sin sentido. Tocar trompetas de juguete y plástico. Ser un eco o ventrílocuo de la gilipollez. Irene Montero, como que no sabe tocar el violín, toca la pandereta.
Uno se cansa de tantas bagatelas, fruslerías y nadería cerebral. Para nuestra desdicha esta señora es una apología de las más clamorosas limitaciones y, paradojalmente, todos sus méritos y éxitos no van más allá de la alcoba. Aviados estamos.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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