Vivo en la Dalmacia obscura de mi locura con absoluta pachorra. Oigo voces de obreros construyendo la muralla de Jericó, a una niña rubia cuentacuentos, una especie de misas en latín arcaico, retazos aislados de versos surrealistas…Prefiero mi fatal vesanía a la cinemática, al correr mecánico zangolotino, marsupial, mandril y subnormal de la radio y la televisión. Meros seres inconcretos con una psique inconcreta resumida en píldoras pegajosas inconcretas.
Admito que mi locura, mis alucinaciones, son como un polvillo de ideas enzarzado a cardos algo molestos, pereo al menos disfruto sobremanera de su dimensión-y experiencia- estética. Sus palabras aleatorias no están preñadas de vacío, nunca siguen escrupulosdamente las reglas del juejo de la vulgaridad, remodelan y educan en la rareza, nunca en el tópico de maloliente axila sudada. ¡Viva mi locura!¡Viva mi psicosis! Si hubiera que asignar un género a la vida de un escritor literario, tendría que ser la tragicomedia de mis visiones.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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