Noemí

NOEMÍ

De «El falso aristócrata»

 
Noemí, vendrán las solitarias noches en la aldea.
Pero está tu luz, que es como si estuviera puesto de amor
hasta las cejas,
oh tú, largura de halconería,
fruta alegre y columnal,
lobita que me dirige a los astros.
En la Cólquida el vellocino de oro eres tú,
en las negras regiones del éter la blanca aurora eres tú,
en un alma de un mundo sin cepos ni insolencia
esa alma eres tú.
Lamento si alguna vez fui bruto o ingrato,
si rebuzné rasgando tu cielo de raso.
Perdóname, Noemicita.
Y duerme tranquila, Noe.
Duerme con un sabor alto de agua y estrella.
Tú añades música y mirra al viento si sueñas.
Tú añades vegetales al frigio hierro.
Yo estoy bien, mamá va tirando,
Cataluña con orejas de burro (no, de eso
y de feminismo no discutiremos ahora)
Duerme abrazada a Clara, Pietà sonante de arpegios;
dale un beso en su carne de petirrojo
de parte de su tío.
Te espero aquí y más allá.

Te querré siempre, y todavía después.

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