Juegos, bailes, fiestas, orgías, placeres, curiosidad de la carne y energía del desenfreno, estaban en las sociedades tradicionales regulados y circunscritos a ritos de paso y fechas determinadas. La sociedad de consumo capitalista los puso en un incesante movimiento perpetuo, sirviendo de paliativo a las frustraciones y actuando como un sucedáneo a la dificultad o exigencia de la vida. Recuerdo los «habitus» de mi clase burguesa culta y propietaria; constreñía tales placeres bulímicos, los criticaba si eran frecuentes en lugar de ocasionales, los valoraba solo como contrapeso y excepción. Incluso los valores espirituales del arte y la cultura debían vivir en un justo medio entre extremos. De ahí que mi padre dijera con su bonhomía irónica que la cultura es el complemento de una buena vida o el suplemento de una mala, como el queso era el complemento de una buena comida o el suplemento de una mala. Y de ahí también que censurara el hedonismo irrestricto y avasallador que empezó a percibir a partir de los años 80 del pasado siglo. Hombre sabio.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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