Estuve escuchando los 40 principales. Melodías rústicas resueltas en un fraseo rutinario y adaptable a cualquier contexto, letras de sentimentalidad kitch sonrojante y bochornosa, música que no permite sino evita el conocimiento moral y el incremento emocional, música rítmica coribántica de flujo y reflujo caótico y sin dirección. Una estética que en lugar de elaboradas líneas de imaginación se conforma con previsibles y bobos o estériles tópicos de la fantasía, un ruido repetitivo cuyas monótonas texturas armónicas y rítmicas simpatizan con lo que ahora parece ser el murmullo agramatical de la especie y acallan los susurros de la elevación y la nobleza. La música educa si se hila a la trascendencia y la majestuosidad, a cierta pertenencia comunitaria en lo más selecto y filtrado como excelente por la tradición. El reguetón y el pop son los símbolos de una civilización nutrida en el vientre de alquiler de la desmemoria y lo fácil, de lo instantáneo sin poso ni pasado.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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