Libro dos desabafos 108

El otro día vomité con el Xeplion. Ayer y hoy no se disiparon las tinieblas; “Tenebras persequi”, Plauto. Lo sombrío, obscuro y frío. Frío como un flojo romance con la vida, como montones de tierra y cal tapándome la boca, montones negros y montones blancos. Obscuro al igual que un bolsillo por donde caen monedas rotas. La lucha contra la melancolía. Nada es peor que la vida. Pero, al menos, leí parte de la última novela de Vargas Llosa, y releí pasajes -al azar, según mis notas de lectura- de Tocqueville. En todo lo que escribo, toda mi respiración, todo mi pensamiento, giran alrededor de la catástrofe de mi venidera muerte: “Der Tod ist ein Meister aus Deutschland”, Paul Celan.

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En nuestra sociedad el vigor de la memoria y el silencio explícito (interior y exterior) han sido borrados del aprendizaje. Sin memoria cualquier individuo o estudiante se queda sin columnas que lo sostengan. Sin memoria tampoco hay (desaparece) la interioridad. El ser humano, para decirlo con Musil, se queda sin cualidades o atributos. La racionalidad lógica y severa ocupan la totalidad del hombre. Leemos en “El hombre sin atributos”, Vol. 1., Seix Barral, pág. 49:

La aridez interior, el desmesurado rigorismo en las minucias junto a la indiferencia en el conjunto, el desamparo desolador del hombre en un desierto de individualismos, su inquietud, maldad, la asombrosa apatía del corazón, el afán de dinero, la frialdad y violencia que caracterizan a nuestro tiempo son, según estos juicios, única y exclusivamente consecuencia del daño que ocasiona al alma la racionalidad lógica y severa”.

La palabra se subordina a la imagen. El lenguaje pop y el reguetón son el nuevo esperanto. La cultura sonora desaloja el orden verbal. Para muchos humanos la noche es tan ruidosa como el día, y un infierno torturante el silencio de una habitación frente a un libro. Y resulta vehementemente sospechoso (vehementer suspectus) los dogmas: (i) La educación debe ser lúdica (ii) No se debe memorizar (iii) Se debe ir de lo cercano y particular a lo lejano y general (iv) El trabajo ha de hacerse en equipo.

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Yo me desintegro y el mundo se derrumba. Los árboles dejaron de crecer en la amnesia del verano. Quiera Dios, Zeus o lo que sea, que me queden todavía diez o quince años de vida para poder enmendar mis escritos; escribo rápido porque me queda poco tiempo de escritura.

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