Contratapa a «Diario del falso aristócrata»

El autor, en los años fastuosos de su juventud, con gran dispendio cognitivo, estudió Lógica Matemática, Teoría de Conjuntos, Teoría de Modelos y Álgebra Universal, hasta un nivel medianamente avanzado. Y adquirió y asimiló niveles universitarios de Filosofía e Idiomas. Fueron tiempos en que era honroso y bien visto ser un estudiante brillante e inteligente.

Por desgracia, unas décadas después, se dedicó a cultivar el campo pitañoso, embarrado y “borderline” de la Literatura, a cuyos dos o tres lectores fieles les comunica, “més content que un gínjol”, que abandona ya la empresa de un modo definitivo, terminante y completo.

El autor desprecia tener que ponerse a estudiar marketing digital, convertirse en publicista, o hacer el payaso como cualquier mamarracho youtuber o influencer. Si los relojes multiplican de modo exponencial las horas muertas y analfabetas de esta civilización, si en su noche no se contempla a corto o medio plazo la presencia del alba, si la honda niebla en el puente de hierro precipita el tren nocturno al vacío, el autor se retira a las cámaras de su pazo orensano y desiste de la literatura y pretende solo leer y estudiar con paz e impasibilidad de espíritu. El autor es capaz de expresar lo que tiene atrapado en la mente, el público es incapaz de desentrañarlo. Al 99% de la humanidad, tipejos como alhajuelas vendidas por gitana, solo pueden cristalizar de modo súbito su mente ante un “reality show”, el deporte o los onerosos ritos y fantasías del sentimiento kitsch.

Cada día es el día de La Fiesta de la Imbecilidad. Cadenas babilónicas atan a la plebe. El vulgo siempre creyó que sus bienes duran siempre. Acertó. Mi mente no se va a enardecer por ello. Para evitar la vulgaridad solo puedes estar solo.

El autor se avecina con el poeta francés François Augiéras, de personalidad rebelde, lúcida, clarividente. Un radiante «outsider» (desplazado») El mundo no estaba hecho a su medida y consideraba a la actual civilización absoluta basura. Extraterritorial, vivió siempre en los márgenes. Murió Augiéres en diciembre de 1971, precisamente el mes y año en que nació el autor.

El autor quiere ser libre en otros mundos y no esclavo de éste. Ser desleal a los privilegios capciosos del tendero y el funcionario, el burgués y el proletario, la familia y el Estado. Ser en cambio leal a los privilegios del estudio, a los beneficios de la investigación, la creación y la poesía. Ser leal a una belleza sencilla, ya que una piedra preciosa luce mejor engastada con sencillez.

El autor huye a Montañas, Bosques y Palacios de Nieve, con sus nubes rosáceas y doradas, con su biblioteca de clásicos y olor a caoba. Ahí el vivir es infinitamente deleitoso y grato. El ecosistema literario formado por escritores y lectores mandriles es un aula de párvulos con déficit neural. Mejor muy lejos.

Hasta siempre.

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