Las primeras encuadernaciones que se conservan en Occidente datan del siglo VIII. Los cuadernos eran cosidos sobre sus nervios dobles, compuestos de cordones y bandas de cuero que se fijaban a un lomo. El lomo se cubría de piel. Las tapas también se recubrían de piel, más raramente de tela, con una decoración que podía llegar a cobrar gran suntuosidad.
Tras varios siglos de la decoración de tapas de libros con todo tipo de gemas, nos encontramos en el siglo XXI, en la latitud 40.463667 y la longitud -3.74922, en el continente europeo, ubicados en el hemisferio norte, a algo llamado “España”, y dentro, a algo llamado “los españoles”.
Procederemos a describir a los españoles clínica y científicamente. Nada de frufrú poético ¿Sus propiedades suficientes? Delirium tremens, deterioro cognitivo, fisuras palpebrales, nariz chata, testarudez, retardo mental entre leve y moderado, rostro alargado, orejas grandes, corta estatura, macroorquidismo, polifagia y obesidad, pies y manos pequeños, ojos almendrados, risa paroxística, palmoteos y aleteos con manos y brazos, locuacidad, hipercalcemia.
Digamos que no salimos del taller de Koberger en Nuremberg. Digamos que la inteligencia que procuran las letras a los doctos, a nosotros las imágenes de la televisión o las redes, y las viñetas de los tebeos, nos permiten conocer el secreto analfabeto de las cosas.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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