
Las artes y poderes del desdén son típicamente juveniles. Yo las uso y acepto, o bien como máscara auto-paródica, o bien como heterónimo con mi paradójico propio nombre y apellidos. Lo repito periódicamente para así no confundirles. Mi natural tiende a lo bondadoso (aunque, vano repetirlo, una cosa es como en realidad eres, otra como te ves tú y otra como te ven los otros; y, por mucha madurez e introspección adquirida, nunca coinciden del todo las tres imágenes del espejo)
La mayoría no es más tonta ni más inteligente que la media de tontos e inteligentes repartidos entre la población, pueblo, gente o populacho o chusma.
Un joven puede creer putrefacto lo que él juzga una vieja gloria. Supongo que este freudiano desdeñar al padre es inevitable.
Los poetas son descubridores y los científicos inventores. Un poeta es como un matemático (a diferencia del resto de los científicos); existe un reino platónico de teoremas geométricos y algebraicos. Se descubren -ya están ahí, intemporalmente, preexistentes- y no se inventan. Un poeta descubre, hace explícitos, los implícitos populares, el reino intemporal de la naturaleza humana. La sutiliza. La matiza y deduce consecuencias y observaciones laterales.
Obviamente el desdén adolescente es un tema literario pues pertenece a una fase del recorrido humano.
Como conservador creo que los tópicos consuetudinarios, lo informal y espontáneo cristalizado en preferencias, valores, temores y jerarquías, tienen más verdad que los hallazgos vanguardistas radicales o los proyectos políticos de educación impositiva o ingeniería social.
“Como norma los niños prefieren jugar con camiones y las niñas con muñecas” es una frase que se amolda mejor a nuestra esencia que la frase “Cualquier niño prefiere indistintamente jugar con cualquier juguete”.
«Mi perro es noble y fiel y bueno» es una proposición popular. «Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas se encuentran en el perro” de Franz Kafka, es una sentencia que amplia otros matices, pero que también incluye la sabiduría de sentido común.
Un poeta o escritor o artista elabora-descubre- metáforas explícitas de implícitos (la libertad, el deseo, el amor, la soledad, el significado, la muerte, el placer etc…) Evidentemente puede, incluso es deseable, que vaya más allá del punto de partida, que profundice en el tema, y aporte una visión o punto de vista a la vez común y original, incluso muy original. Y debe dominar formalmente su arte, no apañarse como un simple amateur.
Un científico (no un matemático) elabora –inventa- ecuaciones implícitas, es decir, inventa, pero es un invento NUNCA arbitrario, sino que sigue las reglas, el patrón de la realidad, las leyes de la realidad. Inventa según los cánones insuperables que determinan la realidad empírica. Lo que Belén Esteban es al poeta, lo es la realidad al científico. Pero el científico para modelizar bien necesita acudir al amplio repertorio de las estructuras del universo matemático. Y los matemáticos, diferentemente al resto de científicos, descubren y no inventan siguiendo unas marcas o huellas preestablecidas (las huellas de la realidad, como hacen los físicos, químicos, biólogos etc…)
El poeta o el artista y el matemático descubren o bien metáforas (del –común- espíritu y reino humano) o bien teoremas (del fuera del espaciotiempo reino matemático) Los científicos inventan o describen rasgos y propiedades de la realidad del -verdadero- espíritu de la realidad.
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La vida son reinos. Los reinos son de arcilla (Shakespeare) La vida es de arcilla.
Debido a imponderables familiares no paso una buena época, pero las innumerables felicitaciones en mi Facebook por mi cumpleaños significaron un alegrón, un chute de alegría. Mi vida hoy logró, gracias a ustedes, colores y bellezas de metal noble.
Reformulando un aforismo de Wilde: “Para tener buena salud lo haría todo menos tres cosas: gimnasia, levantarme temprano y ser persona respetable. Y solo necesitaría una: más de cincuenta felicitaciones en mis redes por mi cumpleaños”.
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Cambiando de registro, y sumergiéndome en el enigmático, en el misterio tremendo del reino de la vida. Recuerdo a Bloy:
“LEER CON SOSIEGO
Solo hay un libro que pueda leerse con sosiego. Es el Libro de la Vida, y solo tiene una línea: Electus vel Damnatus”.
Léon Bloy: Exégesis de los lugares comunes, Acantilado, traducción de Manuel Arranz.