Soledad

woman looking at sea while sitting on beach

Día ventoso, se oye como el pasar aire por una tuba. Día solitario de aldea. Y, sí, mis relaciones sociales no es que sean deficitarias, sino francamente nulas. A veces pasan semanas sin que hable con nadie. En puridad no me afecta. Hay demasiados zopencos y zafios sueltos. Lo que echo de menos es una conversación interesante acerca de libros. Una conversación de mortales con pensamientos mortales. Pero temo que muchos que se califican de «intelectuales» guardan la lengua sobre Cicerón y Aristóteles, y en cambio se les calienta al tomar la conversación esos comentarios sobre personajillos basura de la televisión, o, en el mejor de los casos, al comentar los giros y regiros del plot de una serie de Netflix. Orgulloso de mi soledad rumio mis ideas como un señor feudal, como un caudillo gobernando una ínsula de pensamientos augustos, como un melancólico huyo de este mundo de letrinas y analfabetos. A mis soledades voy, regio portador de mi destino. La amistad más insigne es la amistad entre iguales, la más duradera es la amistad intelectual. Mis amigos son los muertos de mi biblioteca. Esos muertos que bien vivos están. Así sea.

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