Habla el poeta anciano

HABLA EL POETA ANCIANO
De «El falso aristócrata»

 

Mi mundo ha desaparecido
y ya me abismo en viejos grimorios.
Solo veo tontos enganchados al móvil o al computador
que carecen de fuerza o impulso.
En arquitectura se denomina hors d´ouevre
a añadidos inútiles que no siguen el plan trazado;
así se montan los hodiernos espíritus modernos.
Vuestra materia para mí es fragilidad y apariencia.
Vuestros reyes o dioses, meros charlatanes de pies a cabeza.
Vuelvo a mi cámara sin ventanas.
A leer a Plotino y traducir a Ausonio.
Un glotón exaltado o meras novedades vocingleras significan a mi juicio esta época obscura.
Los hombres y tantas máquinas me ocasionan dificultad.
La mente humana es libre de destruirse a sí misma.
Destruiros. O faisán o pollo de supermercado.
Yo mentalmente me adscribo como enfant de chouer
a la capillanía de la casa ducal,
y siento los madrigales del viento,
el cascabelear en silencio de la luna,
el capuchón druídico del monte;
y me alejo de tanta soldadesca sádica y satrapía.
Huyo en un expreso veloz de tanto infierno.
Acaso consideréis mis lamentaciones
meras jeremiadas, pero la mayor parte del globo
está cubierta de barbarie,
y las masas se condenan a la atroz ignorancia.
Desde luego que soy rico: leo, no envilecí mi vida,
tiré al estercolero el televisor, y, frugalmente,
mi ingreso todavía dobla mi gasto.
No temo a la soledad:
ser solo es ser mayor.
Observad, la gente dice lo que piensa
sin pensar antes lo que dice,
el mundo del libro culto pasa dificultades agónicas,
los que menos valen guían a los que valen más;
se sabe; al vulgo hay que hablarle en necio
para darle gusto. Naufragamos.
Los ricos quieren sacarse su complejo de vulgares
comprando arte, pero, puesto que no se educaron estéticamente, compran y fomentan la vulgaridad.
Hoy la democracia se ha convertido
en una forma de maoísmo. Venció el populacho.
Vivimos un nepotismo populachero.
Como escribía Tito Livio (28,27):
«Multitudo omnis, sicut natura maris,
per se immobilis est, ventus et aurae cient».
Y encima gobiernan los últimos de la fila.
Y la opinión pública resulta la peor de las opiniones.
Perdonen mi pesimismo, mi merma de expresividad,
flexibilidad verbal y elocuencia. Estoy cansado.
Soy viejo. Miro la iglesia que el invierno ha enfriado.
Solitario, me exilio de la realidad,
de este mundo antipático, torvo, huraño.
Vuelvo a mis antiguos grimorios, a mis álamos,
a mis ríos verdaderos, a la luna sobre la hierba frondosa.
El invierno agrieta las pieles. Congela nubes.
La decadencia avanza incontenible.
Nunca deseé más morir lo más pronto posible.

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