A mi padre le incomodaba sobremanera la dimensión impúdica de mi personalidad. Le replicaba que, aunque pragmáticamente sabía de mi fracaso como escritor, necesitaba manifestarme, publicitar o expresar mi vida privada. En estos tiempos donde todos alimentamos un populismo exhibicionista virtual, admiro su gesto deliciosamente chapado a la antigua. Lo emotivo y lo testimonial se convierten, en las plataformas digitales, en prácticas hegemónicas. Parece como si nuestra escritura confesional, amateur y catártica, quedara súbitamente legitimada. Esta proliferación del ego o ligereza sentimental contradice la ética de las apariencias y el encubrimiento propias de la burguesía donde nací. Las reflexiones y contemplaciones que experimentaba mi señor padre las compartía en un muy reducido círculo privado. Para él el decoro y la intimidad eran valores sagrados. De alguna manera lamento la volatilidad de esos valores, que hoy nos parecen (¿equivocadamente?) desfasados.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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Supongo que la exibición virtual es nada que ver , en muchos casos, con la muestra de intimidad. Muestran las ilusiones de si mismo , muestran el patrón eligido. Un abrazo.
Supongo que la exibición virtual es nada que ver , en muchos casos, con la muestra de intimidad. Muestran las ilusiones de si mismo , muestran el patrón eligido. Un abrazo.
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