Tres versos del Canto VIII de la Comedia explican proféticamente el carácter de (nosotros) los catalanes: «E se mio frate questo antivedesse, / L´AVARA POVERTÀ DI CATALOGNA / già fuggiria, perché non gli offendesse» El enorme Sagarra, en traducción clásica, lo tradujo así «I, el meu germà, si hagués això pensat, / de Catalunya la pobresa avara, / per ofendre´l, no fóra al seu costat»
Estar al lado de esos cutres secesionistas mesiánicos e irracionales, que estetizan un totalitarismo infantiloide e irracional, que creen en energías vaporosas -mera hipóstasis- llamada «pueblo» o «nación» («pueblo» que medró económicamente, ironías de la historia, a partir del siglo XVIII) nunca fue mi destino ni mi tradición. La burguesía hacendada piensa ahora como la CUP.
«¡Hola! Soy Chucky, ¿quieres jugar?» se oye en el gobierno aldeano catalán.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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