Domando los pensamientos a las cuatro de la mañana

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¡Qué agradable conocer al Sr. Sanz!

Pese a que estupró a la hija del obispo

o a su apisonada boca estirada con dientes ganchudos

profiriendo babilónicos dicterios contra el mundo,

y la peligrosa playa arenosa de su alma

donde una solitaria pilastra de niebla

ahueca su experiencia además de afiebrar sus sentidos

con inamistosas, ineducadas soledades.

¡Bienvenido al hotel «Sotana Negra» Sr. Sanz!

¡Bienvenida su pálida tez mustia, su pene casi menudo,

ese negro sexo que irradia esmegma y leche leprosa fuera del túnel!

La habitación 666 fluye para usted con los edredones limpios

donde podrá rebutir a su gata (mejor eso que dormir solo)

No le molestarán Jinetes Bárbaros ni Osos Peludos

ni la Casta Moral Hipócrita. Podrá leer, rezar

y tomarse tranquilo sus ginebras quietas (ginebra como un ansioso abrigo)

Dormir muy tranquilo en almohadas mullidas

como el culo rosáceo de Kim Basinger.

Los hombres se rellenan con las provisiones -alfalfa-

del arte de masas y las infidencias o «gossip» de Hollywood

¿se cree usted -permítame la descortesía-un hijo de Dios

creado por Él a mano en lugar de fabricado a máquina?

¿Un soneto con la trompetería aguda de un estrambote singular?

¿una aurora boreal fuera de los escombros y tormentas

de esta aburrida y decadente Europa?¿una galaxia enorme

dentro de su suave piel de pimiento? Usted no intimida

porque su posesión emocional es mera superficie

y su filosofía un muestrario de quiropráctico borracho de autoayuda.

Bienvenido Sr. Sanz. Tienen veneno las fresas

en mitad de esta peste que asola las burbujas venecianas.

En veinte idiomas puede mascullar su silencio enrejado

y su vida tronchada de aldeano sin lustre.

Cumbia, violín, «a mi juicio», «deseo que… pero», el «acaso»

desde un punto de vista lógico. Ese disgusto desmedido

por la osamenta de elefantes que cruje debajo del planeta,

y por los acúfenos de musgo que recubren esos huesos,

y por el lenguaje que envuelve a ese musgo agramatical

en la repentina transición hacia una cultura sin conocimiento

ni asomo o brillo ninguno de sabiduría,

donde solo braman catacujos, voces de alcaide, y putas enanas

tocadas de cuero (la música de las esferas silba alcohol barato de taberna)

¡Qué agradable conocer al Sr. Sanz!

¿Rosas heladas de champagne? Hijo sin hijos,

no verá a sus nietos jugando con los primos.

Qué tremebunda soltería, y qué aburridas lecturas patrísticas.

Sus análisis de la variedad, las posibilidades y la complejidad

los hizo con fáciles emociones de caramelo,

o con ideas que la vocinglería de la realidad desacreditó

(lo Real no es más que el linaje o los vástagos zopencos

de los graffiti y la literatura de avisos)

¿Acaso se puede cincelar la conciencia fuera del cine, de la tropical

y universal música rock, lejos del Océano Infernal de Internet?

La apoteosis de la Virgen y el sueño científico de los asfodelos

le desvelaron. Y sus labios como vientos vegetales y los lunares de sus senos.

O verla bracear desnuda en la piscina.

Encantado de conocerle Fray Orate

¿Mariposas amarillas gigantes?

¡Que ellos vivan todo el día aturdidos en un remolino bovino de teclas y pantallas!

En el Reino de los Cisnes y las Hadas de Agua,

en la gloria de los viejos imperios entrañables,

en los auditorios ilimitados de las lunas del Cáucaso,

entre ígneos ángeles donde jamás fue retirada la Palabra,

en el Valle de las Palabras Inspiradas

ni ejecutivos ni periodistas, ni burgomaestres o turistas plebeyos,

ni informáticos lerdos o tenderos compulsivos querrán entrar

(la gentuza come con la dentadura cariada;

mi mayordomo me prepara la capa macfarlán)

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