Al igual que Tokio, Ceilán, Buenos Aires o Madrid.
Inmensas tormentas polares desde el norte de Siberia al centro de África asolaban un mundo sin televisión, casi sin electricidad, sin Internet y con muy escasas comunicaciones.
Un réquiem tétrico de vientos y colosales montañas de arena
inundaba los pulmones y a unos bosques raquíticos casi de juguete.
Piedras negras sin nieve y helada nieve negra alquitranada.
Chacales, alimañas y lobos.
Extinción de aquella común realidad
de tardes en el cine con la novia,
y de luz que no llagara la piel.
Alargaba mis manos y no tocaba sus dulces piernas
sino calaveras y enjambres hambrientos de ratas.
Pero era feliz.
Feliz como un fraile mendicante bajo la noche supersónica de estrellas.
Feliz al unir mis oídos al aullar aterrador de los lobos.
Sabía al fin que la carne solo es muerte y el soñar solo es muerte.
Que el crepúsculo del mundo y una animal soledad eran mi poema incesante.
Conocimos al fin lo que siempre hemos sido: muerte y corrupción.
Ahora es el término; que los felices pantanos radiactivos nos desintegren por siempre.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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