
Había solo lobos para alimentar a los lobos en las ciudades vacías.
Había solo canaille en los parlamentos y en los televisores
donde triunfaban, faute de mieux, contenidos a partir de impulsos
elementales de raro primitivismo y bajeza.
Un incesante chorreo de imágenes banales a velocidad medusea
cloqueaba en las mentes de las muchedumbres, meros idiot savant
con conexión a Internet que amaban la fama y odiaban la gloria.
Lobos, en fin, alimentando a lobos en las ciudades.
Invierno sin nubes ilumina esta noche el esplendor brumoso de Satán,
y mares infértiles mitigan el placer,
un ácido letargo, una febril y torpe náusea soñolienta
recorre la tubería de las imaginaciones,
una vena de histeria trocea el cerebro de las mujeres;
Yo te odio, oh mundo, última puerta del castillo desolado.
Maldigo tu música mongola sin la resonancia de botánicas celestes y liturgias crísticas.
Orino sobre la barbarie de tus ecos de holocausto
y defeco en la boca de tantísimos lelos gansos populistas.
Solo quedan lobos alimentándose de lobos.
Disculpadme. Estoy borracho y escribo mal, atolondradamente.
Los jinetes tártaros agitan sus lanzas,
las hogueras de campamentos godos humean en Roma,
los lobos de hoscas caras rojas rompen lápidas de cementerios.
Solo soy un pobre solitario que orgulloso se yergue ante la multitud unánime e idiota
y que sueña melancólico ahora mismo
con las redondas y orgullosas lunas de pastores antiguos,
y con el queso de Epicuro, junto a un verde, junto a mí, junto a un río.
No pares, sigue sigue… 👏👏👏
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