(Exilio)
«REGIS AD EXEMPLUM TOTUS COMPONITUR ORBIS», declaró Claudiano, es decir, todo el mundo se conforma con el ejemplo de los reyes, o sea, que los «súbditos» imitan a las élites.
Hoy los reyes y cardenales imitan a los frailes y panaderos, a poder ser intentando convertirse en lo más bribones y deslustrados o analfabetos posibles. La ejemplaridad no se difumina por capilaridad de arriba a abajo; triunfó la rebelión de las masas, que lo quieren todo (ideas, políticos, libros, arte, etcétera) a su imagen y semejanza; de una zafiedad embarazosa, escandalosa y decadente.
El Papado es una monarquía peronista y populista chusca, la realeza una suerte de «reality» a lo «Gipsy kings«, con una reina nieta de taxista y muy probablemente mentalmente inestable.
Alguien cocinando un huevo frito en calzoncillos (mejor si los suspensorios están sucios y desastrados) con la espalda tatuada con el dibujo de una serpiente comiéndose a una rata, es famoso si lo graban las cámaras de GH. Un mamarracho que en lugar de reformar la legislación para el bien de la Polis, se dedica a lamer váteres infectados con covid, salta a la fama. Un ganador del concurso mundial de micro-penes, del concurso mundial de lanzadores de sandías o huesos de aceitunas, un mafioso destripa vientres, un graciosillo que le toca el culo a la presentadora de los mundiales en la tele con su peluca o su montera de torero y su tintura de la rojigualda en la cara, ésos, son carne de entrevistas y futuras celebrities. Lo importante no es la fama por la obra bien hecha, lo único que cuenta es ser la comidilla en la aldea más o menos global, estar en boca de todos SIN importar nada que se esté en boca de todos por ser corrupto, pedófilo, el mayor cornudo del Reino de España o el más tonto de la clase. La máquina de espectacularizar no discrimina; engulle, saliva, traga y excreta. La máquina de la fama no premia el valor, incluso lo rehúye. Hay que cagarse en tu madre para ser famoso, deglutir excrementos en un happening para ser famoso, disfrazarse de puta para ser famoso, matar con una ballesta para ser famoso.
Si me leen desde la embajada de Francia les suplico que me permitan exiliarme; no soporto, químicamente no soporto más, la catetez hispánica.