Los jóvenes no tienen libros, pero sí mucha, y de un modo extraordinariamente enfático, de manera tropicalmente fértil, música. Y música clásica precisamente no, no más de un cinco por ciento sienten en sus almas la taquigrafía psicológica de un Beethoven, Mozart o Brahms. Y el alma sin esas asociaciones emotivas es difícil que se eduque y civilice. Solo fui una vez en mi vida a un concierto de música moderna. Era en un pabellón deportivo. Solo al entrar ya me encuentro a una adolescente en estado comatoso tirada en el suelo. En los baños la chavalería tomaba dionisíacamente e irreflexivamente tiros de cocaína y pastillas de éxtasis. Aquello era el Inferno de Dante. Para estar en la onda la afición general era ser hostil a la razón, drogarse maniáticamente, y usar un espíritu de cruel y grosera sensualidad, una expresión lo más primaria y primitiva del alma. Los sentimientos delicados de Beethoven se arrasaban y se negaban en ese mundo contemporáneo. Se negaba así el sendero de las verdades más antiguas. El alma herida apoyaba un mundo de injusticia. Se enaltecían fuerzas oscuras, caóticas, premonitorias de una inminente destrucción. El desenfreno de las pasiones no podía sino transformar la moralidad en una antigualla empolvada. Esos muchachos y muchachas buscaban estímulo báquico, y no conocimiento, ritmo coribántico, y no serena lucidez. Muy pesimista esa noche me alcanzó con dificultad el sueño.
Música y juventud
Publicado por christiansanz71
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre. Ver todas las entradas de christiansanz71