Me conocéis -mal- como viejo oligarca,
pero otorgo a Atenas la democracia. Invisibles, inobservados, otros oligarcas
con vosotros se repartirán la hacienda arruinada.
Nuevos oligarcas como vosotros esquilmaréis la riqueza
y la polis será lugar predilecto para el mal, el desorden y el latrocinio.
Permitidme os deje. Vuelvo a cultivar mis camelias en mi villa,
a mi silencio sin respuestas,
a mi razón que quieta divaga,
a tamborilear paciente mis dedos sobre las hojas del tulipero y el imperialis.
Nada os debo; al cabo, mi riqueza es de estudio, azar y cuna,
y sobre los guijos de esa playa no he de tender mi toalla,
y Colau y Carmena, en mi orbe, menos reales que orientales alquimistas.
Gloria, arpegios, lunas amarillas de juventud y loor a Shakespeare, a Cézanne, a Charly Parker, a Teócrito y Safo, a Eurípides y Praxíteles, a Empédocles y a Heráclito, a Fedro y Lisis, a Homero e Ingrid Bergman
.
La guerra de la noche no se nutre de prisioneros, sino de Pensamiento y Belleza.
El día de la noche no es avulgarado ni triste, es viento subido a huracán, es hojarasca de serena, clorofílica, brutal, elitista, daimónica Belleza. Id, si os gusta, a sentaros en el último escalón.
Porque todo democracia conspira contra el gusto, y a mi edad es impío ser lacayo del número..
Porque el prodigio descree del voto y la asamblea.