Dónde estará ahora aquel chico judío
que entre el grupito de viejas cacatúas del cruising, antes de felarse,
instauró tertulia sabia, opiniones y debates de carlismo y la cábala,
y constantemente citaba el pasaje aquel de El Unicornio de Mujica Lainez
«-Y si no fuera un príncipe
Sidón se encocoró, agresivo.
-Tendrá que serlo».
Dónde el paralítico de la Sala X, que se caía de la silla de ruedas tan a menudo,
y amables se abrían las luces de la sala y del alba, y olor a zotal era primavera,
y era Lázaro ayudado por la cohorte celestial o corte submarina más hermosa de pervertidos.
Qué fue de la lujuria de las ubres y vaginas negras,
de sus lágrimas por el ordenado Bien y por la Belleza inconmensurable di una chiavata,
qué fue del énfasis y la sutileza con que ponderaban las chicas cuerpos y pingas de atletas
decididamente mejores, vano subrayarlo, que la Sociedad de Trabajadores de Fábricas y Plantas Rusas.
Dónde el diablillo de ese carbón de éxtasis de hendir,
la mucha soledad y el mucho ocio, otium divinis,
la lefa de la vida en lugar de la biopsia de la muerte,
el aguardiente del culamen cual ayuda de cámara y zarzas de violín
la ordinaria Princesa Alice del tomito encantador l´Ille aux dames, de Louÿs
las provincias sin coitus in ore vulvae, los yelmos tibios del coitus inter femora.
Qué fue, ubi sunt, maledicente, tremo del tiempo…
Ah melancolía, el corazón cruje y tiende a huir y mal zurcir, y no creo que haya venganza respecto al placer
porque nunca es burda ni zafia su naturaleza espiritual de mar y champaña.
Oh melancolía, como laúd levemente desafinado
o hábil escritor de pieza mal tallada
o armonía indetectable en mecanizados mortales de al tuntún.
Los Boys y Girls con alma en el muslamen sois la gracia, ayuda y fuero de Dios,
aquello que ahora produce tanto lágrimas como locas risas,
el Senado de la cólera negra y dulcísima que alienará las mentes con fiebre.
Lo de ahora es mera morralla de matrimonio con hijos que hacen judo.
Os envío, mis pigmeos negros, mis hadas blancas, al Cielo Espiritual de la Gracia y la Fe y la Selva
a los claroscuros de populosos jardines delicados con un cultivarse de camelias y clorofila
y cante la lira a cada bambin angélique frente a la rutina embrutecedora de los ignaros.
Sea canoa de estrellas y Eolo danzante nuestra conquista del horizonte.
El mundo -esa plaga- ya tiene su deseo inmerecido o maldad de no ser nada.
El mundo carece de vuestros ojos glaucos, pestañas pintadas, escolásticas jupiterinas y sexo gordezuelo.
Siempre deseé cabalgaros más mimosamente cada arteria
como un dragón del tiempo
o un murciélago del deseo
en eyaculatio severa;
Pero, solitario, sé que mis chicas no están vivas
y tapia el planeta otros muy diferentes furcios:
una caterva de imbéciles,
sandios, borricos,
insanos zombis.
Una caterva de obispos sin imaginación.