Tuve una etapa, entre mi tardoadolescencia y la primera juventud, en que me adornaba con pajaritas de lazo, corbatas vistosas de seda rosa, chaqueta entallada y a medida, botines lustrosos o bien mocasines de piel lujosa cubriendo mis curiales y regios pies. Me creía muy distinto al resto, y lo que pasaba es que vivía mi acusada normalidad de forma irónica, autoparódica, es decir, mentirosa y falsaria; mi afán de distinción era para ser igual al grupo, para que la grey me aceptara. Dandy botarate en nada hubiesen cambiado mis pujos de escritor y poeta si hubiese ido vestido de Zara o de Cortefiel. Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma; imperceptible, insensiblemente, al fin (queriéndolo o no) me convertí en un raro, raro fetén, en un -valga la paradoja- bohemio aldeano. Bohemio con pensamientos rococós, ágiles como corzos, diamantinos como raposos. Bohemio con sentimientos de piel de oruga, brillantes como salamandras, lentos como babosas.Ya está suficientemente estudiado que la bohemia o golfemia es cosa de la urbs, de garitos, cafés y discotecas, de sablistas y coqueros e ingeniosos maledicentes. Pero yo, si antes, cuando en el DNI se pedía profesión, le dije -recuerden que era un dandy imberbe y barbilampiño- le dije al policía administrativo, ante su estupefacción, «Ponga propietario», hoy en cambio soy propietario de lunas y de universos de palabras proféticas, propietario de cielos rajados con navajas de luz y cobre, y de soledades que se nutren de sí mismas, y simulo saberlo todo cuando en realidad nada sé (y así, sin saber nada, lo sé todo), y me place vivir emboscado, oculto, sin hijos y con fiel soltería rocallosa, cuidando de gatos bravos y perrillos asilvestrados, pringado de resina de pino, amando la ancianidad mansa de mamá, escribiendo mucho, leyendo todavía más…Igual al Gatopardo mítico en mi hacienda rural galaica en lugar de una siciliana, en mi aldea feudal menuda y lenta y honda, espero la muerte entre sinestesias y escalfadas, intensísimas, eudaimónicas admiraciones.
Gracias por leerme, y un saludo, desde mi compacta soledad y rareza misantrópica, misógina, a mis amigos invisibles cibernéticos, y a la afición en general.
Por más que bloqueo en feisbuc, me siguen llegando tonteras; acaso siga tu ejemplo pronto. Te seguiré acá porque eres un buen escritor (sincero) y de calidad, cosa muy rara hoy día. Deseo lo mejor para tu familia, para ti, escritor fuera de tiempo -acaso debiste nacer dos siglos atrás o adelante-. Mencionas al Gatopardo, uno de mis libros favoritos. Exquisito escrito, te imagino un Marcel Proust con la suerte que le faltó a él.
Esta cosa me pide que indique un blog mío. En general los hice hace años, han sufrido modificaciones, no están actualizados. -Sólo lo aclaro por si entras.
Abrazo.
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Gracias por sus amables palabras. Devoraré su blog -los leo, no en diagonal y en stacatto o pizzicatto, superficialmente, en mero pasar à la surfing, sino de cabo a rabo, y hondamente, a la manera dieciochesca. Fracasé en mi vida literaria, aunque participé como ghost writter de algún que otro novelista y político y caricato. Buf, mala época. Ahora vivo en y del campo. Y no necesito, como Maquiavelo, su anhelada Florencia. Le envío un abrazo muy afectuoso.
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