Ingresar en la cultura indie o hípster requiere un esfuerzo intelectual increíblemente menguado. Yo soy «uncool», pero inteligente de verdad, sin tontas vanidades juveniles ni irreales elitismos o infundados sentimientos de superioridad. Mi patrimonio son mis lecturas, mi apreciación honesta de los placeres difíciles pero también el disfrute consciente y libre de los placeres sencillos y populares. Creo en Dios y en los padres de la Iglesia, no así en las mamarrachadas drogadas del Sónar o el Primavera Sound. Aunque tuve mucho dinero (ahora no) mi distinción viene de cuna y clase social, no de preferencias estéticas supuestamente exquisitas. Mi ciudades son Boston y Roma y Atenas y Jerusalén, o lo fueron, no así la cutre Barcelona o el barrio de Brooklyn o la alocada Berlín o la extranjera Londres, mi música es Bach y no Sonic Youth, mi editorial la antigua BAC o la antigua Gredos y no Blackiebooks, mi ropa sigue siendo elegante y cara y no bohemia propia de un rastrillo a la última, mi modernidad los antimodernos que niegan convenciones y la sucesión vertiginosa de las modas, mis viajes se concentran alrededor de mi aldea gallega, mi prosa es clara y solo culta y no pegajosa y hermética o experimental. Sé lo que soy, conozco mis poderes, no necesito fingimientos ni imposturas. La tribu de los modernos de las grandes ciudades solo merece mi desprecio.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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