El cencerreo y el derrape de los carritos en el súper, la sintonía de «Sálvame» y la música de ascensor, las lucecitas de escopeta de feria de los chiflados de la Era de Acuario, el soniquete de las notificaciones, la estulticia -o estorcolero- bárbara tuitera dentro de nosotros, los selfies y fotos ametrallantes sustituyendo a la memoria y el comedimiento, el «fast thinker» tertuliano como modelo de saber, el barullo de pitonisos de madrugada en el televisor, el ruido, el ruido, el ruido que nos invade y posee como una segunda piel, ese latido (a)rítmico patético (añádanse muchos más ejemplos al caso), hormiguea en nuestras existencias y percepción con brutal fuerza gravitatoria.
Cito a Postman: «Cuando una población se distrae con lo trivial, cuando la vida cultural se redefine como una perpetua rueda de entretenimientos, cuando el discurso público serio se vuelve una especie de balbuceo, cuando, en breve, la gente se convierta en una audiencia y su participación en los asuntos públicos en un acto teatral, entonces una nación se halla en peligro; la muerte cultural es una clara posibilidad»
Zombis del mundo, mis hermosos hermanos, «Unámonos».
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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