
(i) Nos sentamos a la ultraderecha de Dios Padre.
(ii) Mientras ame lo bueno no puedo sino querer a mamá.
(iii) El tiempo, el espacio y la gravitación no tienen una existencia independiente de la materia, demostró de manera concluyente Einstein.
Mi hipótesis (basada parcialmente en una fuente cognoscitiva tan vaga y brumosa, pero a la vez tan autoevidente, como la fe) es que el mundo es material, dicho toscamente y de modo pre-einsteiniano, pero Dios es espiritual, o, reformulando el argumento, que todo lo que existe existe en algunas coordenadas (t, x, y, z) del Universo, excepto Dios y las matemáticas (a mi juicio la mente de Dios responde a figuras y pensamientos matemáticos y musicales), que son extraespaciotemporales y fuente y origen de la materia y las leyes científicas que la explican.
Mi tenso cristianismo supura notas plotinianas. Quizá yerre. Pero el evangelismo tecnológico, el afán de lucro, la búsqueda de la fama, y la moral souflé, la vida a trompicones y de menú self-service (por la mañana volar en ala delta, al mediodía una orgía gozando del «holy glory», y a la noche una serie de Netflix) me parecen máscaras y razones de un mundo turbio. Necesito otro Lazarillo. Y ese es Dios. Un Dios que no se encuentra solo en la iglesia a la que uno va, sino sobretodo en el universo en que uno vive.
(iv) A LEER. QUE RIMA CON JODER.
Nunca criticaré a un lector si hablo conmigo mismo en serio y sin máscaras. Leyendo se aprende, y, como escribió Plinio, no hay libro mediocre o malo que no tenga algo bueno.
Mis papás siempre me inculcaron dos ideas; primo, que leer es mover la imaginación, una actividad en sí misma más creativa que la pasiva de vegetar frente a un televisor, secundo, que leyendo se aprende gramática y léxico, es decir me insistían, se aprende la materia lingüística que sirve de soporte a pensar, ya que pensar es hablar ( mis padres se adelantaron a Chomsky, Wittgenstein, o Humboldt; sus enseñanzas bebían de fuentes acaso mejores: Cicerón, Quintiliano, Horacio, Boileau…)
¡Viva la lectura! Sea una fantasía gótica gore o bien la opus omnia de Margerite Yourcenar. Al hilo de este post se me ocurren más -muchos más-argumentos a favor de la lectura, pero me basta y sobra la inteligencia natural de mis progenitores. La casa sosegada, limpia, ordenada, y, en cama, un libro en la mano.
Libros: «Vastes et d´étranges domaines» para alimentar la mente. «Oisive jeunesse» un libro, ociosa juventud la de un libro.
(v) Prefiero no seguir el secreto impulso de mi carácter.
Me autodestruiría.
(vi) «Que nadie confunda lo escuro con lo culto, que lo escuro no es culto sino inculto» G. Bocángel
(vii) «La democracia es el arte de manejar el circo desde la jaula de los monos» J. Waters
(viii)
Mathematici sono, lirondo,
Cuesta impression dato
Lili y Elsa: honor a su «mondo».
(ix) «Un cura me ahorra cien gendarmes» Napoleón
(x) «El 90% de la filosofía es filología. Encontrando las palabras adecuadas podrás justificar cualquier cosa» Leonardo Castellani
(xi) «Scatterbrained», que por algo abuso de R.S. y no del ajedrez.
(xii) La verdad, enseñaba el Baal Shem, está perpetuamente en el exilio.
(xiii)
«Was du erebt von deinen Vätern hast / Erwirb es um es zu besitzen» Goethe.
Lo que has heredado de tus padres, hazte digno de poseerlo.
(xiv) Que no nos mueva demasiado ni el viento ni las brisas; que nos mueva, por encima de todo, el conocimiento. Como escribía Tito Livio (28,27): «Multitudo omnis, sicut natura maris, per se immobilis est, ventus et aurae cient».
El «espíritu general» de un pueblo del que hablaba Montesquieu debe ser legítimamente deliberativo y culto, y carecer totalmente de trasuntos estéticos que sustituyan a las ideas políticas, y, desde el agricultor más aldeano hasta el más patricio de los senadores, guiarse por la razón y el argumento, y no por las emociones y los slogans manufacturados.
En las democracias europeas esto no ocurre -creo- por lo que propongo cualificar el voto de modo epistocrático en una democracia del conocimiento. A este ritmo de miseria y corrupción el plebiscito universal puede llegar a ser más un problema que una solución.
(xv) Mesa camilla, radio, televisor, ordenador. Cada aparato trae una mayor soledad y aislamiento. Cada utensilio posterior provoca melancolía respecto al anterior. Yo fui de la generación del BUEN (je, je) televisor. Y ya me espanta como una rata en el baño una familia con tablets, computador, videoconsola y móvil.
(xvi) «Si hay una cosa de la que siempre he estado seguro desde la niñez, y lo he estado cada vez más a medida que me hacía mayor, es que nada es poético si la simple luz del día tampoco lo es; y ningún monstruo debería asombrarnos si no nos asombra el hombre normal.» G.K. Chesterton