
No hay libro malo que no tenga algo bueno, declararon Cervantes y Plinio.
Buenos fueron Leon XIII, Juan XXIII, Juan Pablo II, Benedicto XVI, y muchísimos más, qué duda cabe. No presumamos de crestimoros («Es que si haber parecido / me jomento e me mojer /a ambos decir que las manos / besar, y quedar a ser / ni crestiano por el haz / ni moro por el revés /sino así, así, entre dos luces / cresti-moro» Calderón ) Y recordemos con Quevedo en “Virtud Militante”: «No solamente estas potencias son invidiosas unas de otras, sino de sí mismas. La memoria de lo que es un hombre, y no de lo que no era ni de lo que dejará de ser, más es olvido que memoria” [Citas amabas tomadas de las Obras completas de Quevedo y Calderón en Aguilar, Madrid, con edición del sabio Luis Astrana Marín)
Claro que la historia es poco más que los crímenes, locuras y desgracias de la humanidad (Gibbon), pero la historia, a mi ver, es la conexión de patrones de hechos resumidos en una versión. El historiador A da la versión 1, el historiador B la 2, el C la 3, etc… Hay que leer muchas y opuestas (Fontana o Hobsbawm son un tipo de historiador; muchos otros existen –y creo que infinitamente más capaces)
El sobrenombre de sans-culotterie alude a la vida del espíritu de trabajadores, tenderos, profesores, artistas, escritores, funcionarios menores y solo un puñado de ricos con deseos y pasatiempos de educación intelectual, orgullosos, dignos y serios, que se reunían para lecturas de Rousseau o Volney, y gozosos cantaban, discurseaban y disfrutaban de recitados a cargo de jovencitas. Vida del espíritu, sin duda. Me placería ser un sans-culotterie, con Concostrina, Vidal, o Fisas. Pero también me gustaría (fuera está de mis posibilidades) leer a Michelet o Mommsen (ars longa, vita brevis) Carlos Fisas leía hasta dejarse las pestañas pestiños o ladrillos para sacar perlas de ahí. César Vidal, con un ruso aprendido por correspondencia, tergiversa y manipula con deshonestidad consciente.Cualquier época histórica debe ser vista con benevolencia por parte del historiador. EL circo romano, el gineceo, los Borgia, las monarquías absolutas, etc… Las anteojeras y prejuicios de nada ayudan.
Mi profesor Francesc Fortuny (más que genial) nos hablaba de Cicerón como de su vecino del quinto, discutiendo y viviendo a fondo con él tal tertuliano sobre Messi. Eso es ser benevolente con la historia.Todos hemos consultado los diez volúmenes malevolentes de la “Historia criminal del cristianismo” de Karlheinz Deschner. Es una versión. Él mismo nunca ocultó que el motor de su opus magnum era el odio, como un novelista que necesitase la fotografía de su archienemigo en las letras como semilla donde pudiese brotar su inspiración.
Cuando Akbar el Grande asciende al trono del Imperio mogol en India, el arte persa e indio se fusionan creando un estilo único. El estilo cristiano es único. Cúpulas románicas sobre pechinas y sobre trompas, escuelas episcopales que derivan en Universidades, asombro y estupor ante miles de abadías, iglesias y catedrales. Cristianismo es el pontificado de Constantino I, hombre hábil para los negocios y de gran energía, a quien el miedo (padeció graves acontecimientos) jamás venció. Y el fresco del siglo XIII en la iglesia inferior de la Gruta Sagrada de Subiaco. O aquel pequeño capuchino de quien nadie creyó capaz al principio que arrancara muchos pelos de las barbas de los turcos y logró la decadencia de su amenaza salvando así (o no ahogando) a la civilización europea -me refiero a Inocencio XI. No son mis Papas preferidos, pero quise aplicar benevolencia metodológica y no odio (y además no mentir)
Impulsar la economía, renovar el comercio, exigir lealtades y valores –todavía a contrapelo de la palpitación moderna- pero que son pilastras de granito y mármol de la civilización, acabar con lacras históricas, hacer el bien, ayudar y proteger, patrocinar el arte y la cultura y conservar el saber secular, en fin, me aburre repetir evidencias, son beneficios indudables que, entre otros, debemos al critianismo.
Alberti, en De pictura, afirmó de la basílica de Santa María de Fiore: “Esta construcción enorme que se eleva hacia el cielo es tan vasta que podría cobijar a toda la población de la Toscana bajo su sombra” Si no crees en Dios y bellezas sublimes iguales, probablemente creas (te cobijes) en Ignatius Farray, las Twanda Rebels, Puigdemont, el animalismo histérico, el anti-taurinismo, el veganismo, el anti-tabaquismo como destino en lo universal, y otras religiones de sustitución.
No he dicho nada original. El primer paso de la lucidez está en admitir, con buen humor, que nuestras ideas no tienen por qué interesar a nadie. El suicidio más acostumbrado en nuestro tiempo es pegarse un tiro en el alma. Los hombres son menos iguales de lo que dicen y más de lo que piensan. El que se cree original solo es ignorante. Yo creo en Dios por eso, y algunas cosas más.