Hoy estuvieron casi tres horas martilleándome las voces, como si las rotativas del aparato psíquico no cesaran de imprimir. Tenían un tono de eremita desdentado con ropa apolillada y acartonada, dialogaban entre ellas con una bestia pobreza de habla y un contenido limosnero de examen de bachiller (respuestas breves, concretas y escasas o bien vagas y poco informativas), todo como en un sainete teatral escrito por un párvulo. A veces eran incomprensibles, otras ilógicas e irrelevantes, de repente se interrumpían, a veces también se asociaban a las palabras de un plano metalingüístico de mi conciencia desde que las observaba y analizaba llegando entonces incluso a empezar a hacer rimas. Su idiocia adherida, la basura mental que exhibían, sus balbucientes espasmos de gramática básica, su mendaz deterioro respecto a un desempeño inteligente, su vasallaje a la infraliteratura, me hacían reír y entristecer. Semejaba todo un show cutre de José Luis Moreno una Nochevieja en la pantalla de la España profunda.
Desconocida es la causa, conocido (y muy penoso) es el efecto. Mi mente se transforma sin yo quererlo en un repetidor de Mediaset. Troyanos, licios y dárdanos con un eructo atufante de ajo. Vuelve con daño la amargura y el espíritu inundado de cochambre. Necesito leer. Tomar unas dalias del paseo engravillado y huir del estúpido garabateo de esos adagios zonzos y papanatas.
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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