Diario

Amistad, amistad a lo largo…Creo que fueron los escitas que legislaron una norma en la que obligaban a tener un amigo, sugerían dos, y prohibían tres.

La amistad homérica se daba solo entre hombres y transmitía la caballerosidad y virtud guerrera, hombría de bien, el valor, la elegancia noble de la valentía y el arrojo, el militar ardor guerrero.

Una compañía y camaradería que también en Grecia se tiñó de sutil homoerotismo cultural (más acusadamente en Esparta que en Atenas), una relación de transmisión de la areté y la experiencia, una difusión de la paideia entre amante (no necesariamente demasiado adulto, solo veinteañero largo por ejemplo, entonces ya con el cuerpo formado) entre amante -decía- y amado (bello efebo de catorce años o quinceañero) Este amor -dignísimo- pederástico o efébico ahora está hasta incluso sancionado penalmente.

Aristóteles, tema que copiaría Cicerón, en su Ética Nicomáquea juzga la amistad como un trato entre iguales y semejantes que se cumple y justifica y desarrolla en el crecimiento y desenvolvimiento de la virtud, una virtud que es excelencia o bien. Los libros VIII y IX de su Ética a Nicómaco son tan vigentes hoy como las decenas de siglos antes en que se escribieron. Su análisis de la amistad es una pilastra de mármol perenne de nuestra civilización.

Como lo es también en Occidente la aportación o hebra o rama judaico-cristiana con su idea de la amistad humana como «caritas», caridad, hermandad sin jerarquía, prelación o distingos entre todos los humanos, es decir, indiscriminado amor universal.

Montaigne, en sus Ensayos (y no citaremos la amistad medieval entre siervo y señor, que se fundamentaba en la absoluta reciprocidad), aporta a Occidente la no necesidad acerca de que la amistad deba surgir necesariamente entre iguales o semejantes. Inaugura la idea de compenetración de subjetividades particulares. En su hermosa y crucial frase: «Éramos amigos porque yo soy yo, y él era él».

Con el surgimiento del capitalismo tomamos la idea griega (que no cité) de amistad expuesta por Hesíodo; amistad como riqueza, interés, favor, capital. Amigos por los que sustituimos blasones (la nobleza espiritual) por doblones. Esto se ve de modo paradigmático en la novela de Lampedusa. El gatopardo aureolado de divino soplo de oro trocado o cambiado por la hiena del interés y la cucaña social o laboral.

La amistad es un don misterioso, mágico y divino del alma. Se da en pares, tomada de dos en dos (idea también griega) Es una biyección biunívoca, de un elemento a solo otro elemento, de un corazón a otro corazón.

El mundo es atrozmente abyecto. A lo mejor algún día nos defendemos contra los persas o derribaremos las murallas de Troya en amistad guerrera y con completa heroicidad épica -murallas y persas tan concretos como simbólicos.

De momento nos queda la idea o refugio de la alta amistad desemejante y asimétrica que descubrió Montaigne.

Al ser ahora la Polis atomizada y anómica, la amistad aristotélica, que era una reducción o célula al mínimo común múltiple de la virtud de la ciudad (que poco más era que la armonía molecular de esa extensión atómica entre dos amigos), ya no es posible. El sustituto popular capitalista de la tan extendida amistad de Hesíodo vacía y deprime al corazón, lo convierte en solitaria carne de psicólogo.

Un Gran Amigo, el Arte, la Poesía, la Literatura, la Ciencia, acaso el Sexo, acaso el Amor; ahí están los íntimos refugios para resistir el vómito tentacular y opresivo de la civilización actual. Que da Dinero y riqueza a cambio de anular la Grandeza. Y permite que no nos muramos nadie en Occidente por el hambre y la miseria material, pero en lugar (pacto fáustico) de proveernos o fabricarnos un alma achicada y que no levanta un palmo del suelo. Ave et vale.

P. S. Jaime Gil de Biedma, AMISTAD A LO LARGO.

Pasan lentos los días

y muchas veces estuvimos solos.

Pero luego hay momentos felices

para dejarse ser en amistad.

Mirad:

somos nosotros.

Un destino condujo diestramente

las horas, y brotó la compañía.

Llegaban noches. Al amor de ellas

nosotros encendíamos palabras,

las palabras que luego abandonamos

para subir a más:

empezamos a ser los compañeros

que se conocen

por encima de la voz o de la seña.

Ahora sí. Pueden alzarse

las gentiles palabras

-ésas que ya no dicen cosas-,

flotar ligeramente sobre el aire;

porque estamos nosotros enzarzados

en mundo, sarmentosos

de historia acumulada,

y está la compañía que formamos plena,

frondosa de presencias.

Detrás de cada uno

vela su casa, el campo, la distancia.

Pero callad.

Quiero deciros algo.

Sólo quiero deciros que estamos todos juntos.

A veces, al hablar, alguno olvida

su brazo sobre el mío,

y yo aunque esté callado doy las gracias,

porque hay paz en los cuerpos y en nosotros.

Quiero deciros cómo trajimos

nuestras vidas aquí, para contarlas.

Largamente, los unos con los otros

en el rincón hablamos, tantos meses!

que nos sabemos bien, y en el recuerdo

el júbilo es igual a la tristeza.

Para nosotros el dolor es tierno.

Ay el tiempo! Ya todo se comprende.

……….

Presumiré.

Técnica u oficialmente solo soy licenciado en Filosofía, una carrera que, en mi época al menos, carecía de la más elemental exigencia.

Casi en todas las asignaturas sacaba Matrículas de Honor, tan solo por estudiar con libros (en varios idiomas) en lugar de con viles, ruines e inútiles apuntes.

Me asqueaban porreros, peñas LGTB, peñas pro-palestinas, comunistas e independistas salvajes e iletrados (mal vestidos y sucios), y toda esa fauna o patulea analfabeta. Solo me gustaba la Biblioteca de la Facultad.

Como que eran unos estudios muy fáciles (la filosofía es muy difícil, la carrera en cambio está chupada), y además tenía mucho tiempo libre, estudié Exactas -por las tardes-, y cursos para-universitarios de Historia y Literatura (en el Institut d´Humanitats)

Ya licenciado amplié estudios en el extranjero con vistas a una dedicación académica que no cuajó (aunque me saqué las oposiciones para dar clases en Secundaria, y estuve un par de años entre cándidos y alborotados adolescentes)

La vida me llevó a un trabajo curiosísimo (muy bien pagado, y muy aburrido) en el que me deslomé durante veinte años. Y nunca cesé de estudiar por libre (idiomas, derecho, economía, historia, historia del arte, estadística y probabilidad, relaciones internacionales, etc…)

Ahora estudiar Filosofía es algo mucho peor y decadente que hace treinta años. Solo van los tontos y vagos.

Mi padre quería que estudiara derecho o ingeniería. Como siempre, siempre siempre, acertó. Y, yo, como siempre, no le hice caso. Ave et vale.

……….

Yo quise ser escritor, pero mi papá se opuso tajantemente.
Hizo muy bien.

(i) Hizo muy bien porque como escritor soy muy malo, no tengo talento o el talento que desearía (y es lucidez, no falsa modestia ni modestia falsa) Escribo algo, lo leo al cabo de un tiempo, y siento vergüenza ajena. Pero eso también me pasa al leer la inmensa mayoría de novelas y poemas que se publican. Pero dos errores no hacen un acierto.

(ii) Además, leer en lugar de escribir, representa la funesta sabiduría.

(iii) Los cuadros con ciervos fomentan la creatividad. Miguel Ángel la mengua. Hacemos (los mediocres) el bien.

(iv) Acallar la lengua, las palabras inspiradas por el rencor, maledicencia, egocentrismo, o en la mera cháchara imbécil, es la mayor mortificación.

Así que, totalmente en serio: perdón a todos (estoy mentalmente perturbado y, debido a imponderables que no vienen al caso, bebo no poco) Así que, no me hagan ni caso. Perdón. Sobre todo a mí mismo (es una irreligiosidad la pública auto-flagelación, la denigración, si otros mucho menos capaces se ensoberbecen fatuos y delirantes. El síndrome del impostor no lo tiene un completo imbécil)

……….

(i) ¡Fusilad al gobierno! ¡¡Ya!!

(ii) Durante su proceso por el asesinato del archiduque Francisco Fernando (1863-1914), heredero a la corona de Austria-Hungría, el joven serbobosnio Gavrilo Princip declaró que su pueblo se hundía en la miseria y que quiso vengarse por lo que pasaba en las aldeas.

¿Qué querías zangolotino? Champán y emular al Cardenal Giulio de Médicis…Púdrete en el infierno: quien mata por capricho merece la horca.

En la década de 1880 los franceses destruyeron el gobierno imperial de Vietnam, sin acoger ni su administración ni sus símbolos.

Pasadme el mosquetón, mon semblable: ¡Sin prisioneros!

¿Quién osa ahora matar a Rasputín?…¡¡SIN PRISIONEROS!!

Photo by Helena Lopes on Pexels.com

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