
«En la medida en que la libertad política y económica disminuyen, la libertad sexual tiende a aumentar», observó como un profeta hebraico Huxley.
Recuerdo, al oír los aplausos y sonrisas del parlamento, algo que leí en Ludwig von Mises: «Ningún gobierno puede hacerte más rico, pero muchos pueden hacerte más pobre«, y también de von Mises en “El Estado omnipotente” (1944): “¡No hay esperanzas para una civilización, cuando las masas están a favor de políticas nocivas”
Sin duda que es amargo tener razón cuando el gobierno está equivocado.
La democracia se ha convertido en un tabú, o último fetiche del que toda crítica o amonestación parece herejía, crasa inmoralidad. Pero lo que no se dice es que los Estados modernos han invadido la intimidad individual hasta cotas inaguantables. Sus poderes ya no están solo limitados por la Constitución y las costumbres. Hoy el gobierno lo puedo hacer todo so pretexto de que es mayoritario, por lo que de facto vivimos en democracias totalitarias.
Asimismo la Ley ha perdido su sentido noble y primigenio, y no es más que una regla cambiante destinada a servir intereses particulares… ¡en nombre de la justicia social! Pero la justicia social no existe sino en forma de ventajas particulares, observable en la generosidad de los legisladores hacia ciertos grupos. Hoy en día un gobierno no es más que una institución de beneficencia al servicio del chantaje hacia ciertos grupos. Con la distribución de esos beneficios compra «partidarios». Por lo que el gobierno esquilma la riqueza económica común en función de aquello que le permite conservar la mayoría política. Los políticos, en las democracias contemporáneas, no representan el interés general. Simplemente distribuyen favores en el mercado de la opinión pública.
Mientras no consigamos que los hombres sean ángeles, o príncipes de la virtud y donantes universales de sus riquezas, yo me conformo con que lo mejor que podemos hacer para agradarnos y querernos los unos a los otros es parecernos a los franceses e ingleses que frecuentaban el salón de Madame du Deffand. Ese día creeré en la democracia.
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“La peor forma de desigualdad es tratar de hacer que las cosas desiguales sean iguales.” Aristóteles.
“Las Polis degeneraran en democracias y las democracias degeneran en despotismos.” Aristóteles.
“Esta y no otra es la raíz de donde surge el tirano; cuando él aparece como un protector.” Platón.
“El verdadero destructor de las libertades del pueblo, es aquél que le reparte regalos, donaciones y beneficios.” Plutarco.
“El gobernante absoluto puede llegar a ser un Nerón, pero también puede ser un Tito o un Marco Aurelio; el pueblo frecuentemente es Nerón, pero nunca Marco Aurelio.” Antoine de Rivarol.
“Ahora, haz que siete millones quinientas mil personas voten para declarar que dos y dos son cinco, que la línea recta es el camino más largo, y que el todo es menor que la parte; haz que sea declarado por ocho millones, por diez millones, por cien millones de votos, no habrás avanzado ni un paso. Bien, ahora serás sorprendido. Hay axiomas en probidad, en honestidad, en justicia, así como hay axiomas en geometría; y las verdades de la moral no están más a merced del voto que las verdades del álgebra. La noción del bien y del mal no puede ser resuelta por el sufragio universal. No depende de una urna electoral el hacer falso lo verdadero e injusto lo justo. La conciencia humana no puede ser sometida al voto.” Víctor Hugo.
“La voz de la mayoría no es prueba de justicia.” Friedrich Schiller.
“La democracia es un dispositivo para asegurar que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos.” George Bernard Shaw.
“Yo no creo en la sabiduría colectiva de la ignorancia individual.” Thomas Carlyle.
“Democracia significa la oportunidad de ser el esclavo de todos.” Karl Kraus.
“Democracia es el arte de administrar el circo desde la jaula de los monos.” H.L Mencken.
“La tiranía por lo usual se templa con asesinato, y la democracia debe ser templada con cultura. En ausencia de esto, se convierte en una representación de la locura colectiva.” John Stuart Mackenzie.
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El voto puede ser un deber cívico, es un derecho político y debe ser un bien intelectual. Una democracia que solo reparte participación política y no bienes culturales, no exige excelencia intelectual ni dimana una moral generosa, es limitada. Una democracia votada por brutos o hooligans es desgraciada, sumamente perfectible. Unas elecciones libres con un pueblo ignorante de su conveniencia e intereses es pasto de la corrupción y la ineficacia. Un gobierno no sometido a la soberanía popular ilustrada es filfa, alfalfa, decadencia.
¿Por qué no cualificar el voto? ¿Por qué no exigir, no que voten los preparados, sino que nos preparemos para votar? El problema se distribuye u oscila entre una mala deliberación en las cabezas de demócratas y gobernantes deliberando con cabezas catetas. Mejor (diría) una epistocracia que una democracia analfabeta.
Si las mentes de las mayorías populares son pedregosas morcillas mandriles, grasas negras las cortes por donde las cortes, con esforzados razonamientos que no superan los de un niño de once años, si en estas Pompeyas urbanas solo se oye el tam-tam o el reguetón y nunca Händel, si uno mira por dentro al español medio y solo ve un truculento páramo yermo y dentro de su cráneo un embutido rancio (la molicie de una pelota de salchichón) y no un cerebro discurriendo, si vadear las ideas de los demócratas prototípicos es como cruzar un río de pegamento, si todo nutriente es la papiroflexia esquizoide de la tubería intestinal catódica deyectando sus cacas previsibles, si usted percibe que en la obra de sus coetáneos hormiguean ominosos errores y nunca chispean rasgos de inteligencia e invención, si la mayoría casi equivale (y entiéndase la metáfora que sigue) al engrudo de morralla borderline de grafólogos, quiromantes, practicantes del Reiki, chifladuras de la Era de Acuario, portentosas imbecilidades de ovnis y embajadas galácticas, clarividentes de hojas del té, echadores del Tarot, médiums risibles y perturbadas, astrólogos bujarrones, brujas con su bola de colorines, quemaduras con forma de huevo en un campo por parte de una supuesta nave espacial, infames horóscopos, vacunas con nanochips al mandato de Bill Gates, conspiraciones judías de magnates de la prensa o cercanos apocalipsis de los Testigos de Jehová, parques temáticos mormones o ancianos en chándal desplazándose en patinete por las calles, si la verdad, la razón y la ciencia o la lógica están perpetuamente en el exilio, ¿usted pondría en manos de ese «pueblo» el destino de sus hijos?
«Philosophi enim est, id quod dicit, dicere cum ratione«. Que la última palabra quede necesariamente reservada a la razón, y no a un emponzoñado y lerdo salvajismo de hooligans democráticos. Que elijan los más capacitados para así lograr que los electos sean los mejores y también los más capaces, me parece una solución (epistocrática o noocrática) racional. Una democracia fundada en el conocimiento y no en Tele 5.