Diario de un esquizofrénico 52

«Constato, más cada día, que el mundo de ayer, el mundo de aún hace poco, se hunde. No sé si en lo futuro -tras esta Edad Media- vendrá un tiempo más rico y de fulgor; supongo, pero ahorita todo es más feo, más agraz, más áspero, más sórdido. Un tiempo de vulgaridad e ignorancia. No lo entiendo, no me gusta. Nuestros templos caen y nuestras letras con ellos. La grisalla es atroz. La oclocracia, detestable. Hace ya años que vivo refugiado, huyendo. Pronto no habrá nada o casi nada«. Villena, fragmento del Postfacio a su novísimo poemario «Lujurias y apocalipsis«, Visor.

El mundo se derrumba, o está caído ya. La cultura en trance de desaparecer, si no desapareció totalmente. Los califas abásidas los esclavizan como mamelucos, y la plebe se goza en sus cadenas, probablemente porque no entienden ni saben lo que es la Libertad y la Riqueza. Peinaovejas lechuguinos, pánfilos simplones de cerebro calloso, nos gobiernan (más horteras que una bailarina con chirucas) Los políticos son o incapaces o esportularios (disyunción no excluyente)

Parece este mundo diseñado para paleros y paletos.

***

Nos queda la celda monástica. Usted o Álvarez o Lamas enriqueciendo nuestra vida, y vestirnos con paños curiales al entrar en el Museo, tener algún digno pensamiento mortal en mitad de la noche. «Lujurias y apocalipsis» es una cuña contra este espanto atroz. Una bota de plomo nos aplasta la boca, un crujido seco y frío bufa en nuestros pulmones. «Lujurias y apocalipsis» es fármaco que despierta la mejor memoria.

Aquí ya el ocaso, crepúsculo y declive de Occidente. Un McWorld con una acelerada desigualdad económica y social, depauperación de la clase media, dominio de las élites plutocráticas, decreciente conciencia y calidad intelectual, infantilización, abrumador nivel banal de la cultura, crisis de la escuela y la Universidad, barbarie y orgullo público del sandio por ser eso mismo: ignorante y sandio.

Y muerte del espíritu; apología del sensacionalismo, de la chismografía, abundancia de hombres huecos como si estuvieran solo rellenos de paja, aparición en el escenario social de costumbres inanes, de puros gestos sin contenido, pérdida de crédito de la ley y lo sólido, enemas emotivos de una espiritualidad de autoayuda, derrumbe del canon estético, etc…  

Un universal bibelot kitsch en la mente de los hombres donde todo contiene mensajes comerciales y donde se vive una supresión del silencio y la lentitud. Donde abunda lo estúpido, falso, torpe, lo sin talento, vacío y aburrido y que la gente alienada cree elegante, genuino y brillante (léase programas de telerrealidad o tertulias de deporte y famoseo, música sentimental, fastos gregarizadores donde la horda se animaliza en manada, el fraude de novelistas que derrotan el pensamiento y aniquilan la retórica por la simple adrenalina agramatical, los millones de irrelevantes contactos en las redes).

No es ya que no se sepa distinguir basura de calidad, es que se toma la misma basura como calidad ¡Qué escasa es la inteligencia en el planeta! ¡Qué pobre el espíritu! Con esta cultura y espíritu de broma la identidad personal aparece como un cadáver. Telenovelas turcas, concursos de preguntitas, películas mediocres, Instagram, Netflix, Tik Tok, Smartphone, el alma convertida en rosas palomitas de maíz kitsch y pizzas a domicilio.

O sea, incremento de la pobreza, brutal ignorancia, y kitsch vital.

El mundo pertenece a los apaches crápulas. Crepés de rosa-rata y verde-pistacho brillan en el cielo de gasóleo.

Villena tiene a la Belleza y a la Cultura. Su libro lo muestra. Me siento menos solo y sabiamente explicado. Como con otros maestros. Gracias. De verdad.

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