Diario de un esquizofrénico 85

(Intelectuales)

Día ventoso, se oye como el pasar aire por una tuba. Día solitario de aldea. Y, sí, mis relaciones sociales no es que sean deficitarias, sino que son francamente nulas.

A veces pasan semanas sin que hable con nadie. En puridad no me afecta. Hay demasiados zopencos y zafios sueltos. A lo mejor me afecta. Lo que echo de menos es una conversación interesante acerca de libros. Una conversación de mortales con pensamientos mortales. Pero temo que muchos que se califican de «intelectuales» guardan la lengua sobre Cicerón y Aristóteles, y en cambio se les calienta al tomar la conversación la dirección sobre personajillos basura de la tele, o, en el mejor de los casos, al comentar los giros y regiros del «plot» de una serie de Netflix.

Orgulloso de mi soledad rumio mis ideas como un señor feudal, como un caudillo gobernando una ínsula de pensamientos augustos, como un melancólico huyo de este mundo de letrinas y analfabetos. A mis soledades voy, regio portador de mi destino. La amistad más insigne es la amistad entre iguales, la más duradera es la amistad intelectual. Mis amigos son los muertos de mi biblioteca. Esos muertos que bien vivos están.

***

Durante su proceso por el asesinato del archiduque Francisco Fernando (1863-1914), heredero a la corona de Austria-Hungría, el joven serbobosnio Gavrilo Princip declaró que su pueblo se hundía en la miseria y que quiso vengarse por lo que pasaba en las aldeas.

¿Qué querías zangolotino? Champán y emular al Cardenal Giulio de Médicis…Púdrete en el infierno: quien mata por capricho merece la horca.

En la década de 1880 los franceses destruyeron el gobierno imperial de Vietnam, sin acoger ni su administración ni sus símbolos.

Pasadme el mosquetón, mon semblable: ¡Sin prisioneros!

***

Yo Corte Inglés.
Tú Corte Inglés.
Él Zara.
Ella Zara.
Nosotros nos rebajamos.

***

«Effusiones insania«. La locura del derroche.»Ostentatio rerum urbanarum«. La ostentación imperante en la ciudad.

Ninguno de los intelectuales mediáticos (fast-thinkers) es verdaderamente admirable…son acalorados y confusos, con demasiada condensación y poca delicadeza; son como la mermelada de frambuesa sin crema, sin hojaldre o pan que atenúe su viscosidad.

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