En el mundo, hay Academias de todo jaez. Sabemos que Tasso, en Padua, ingresó en la Academia de los Etéreos (donde estaría hoy el vaporoso Sánchez y la insustancial Irene Montero) Y que en la corte napolitana del Conde de Lemos, estaba la Accademia degli oziosi, de la que se lamentaba no pertenecer Cervantes.
Y en Valencia, lo explica Ludwig Pfandl, en el s. XVII había una que se llamaba Academia de los Nocturnos, en la que todos sus miembros tenían un sobrenombre «nocturno»; Silencio, Miedo, Sombra, Tinieblas…
Aunque la mejor es la desternillante Gran Academia de Lagado, del Viaje a Laputa, en los Viajes de Gulliver. Nuestra Academia discute sobre «solo» y «sólo». A las mientes traigo a Séneca: «Nunc quae dementia est superuacua discere in tanta temporis egestate?»
Entre el 8M y estos Académicos gagá, recordemos a Petrarca:
«A ti quizá, si, como mi alma espera y pide, has de sobrevivirme largamente, te aguardan mejores siglos: no ha de durar para siempre este sopor letal…»
Orate, orante y diletante. Burgués hacendado, aldeano ilustre. Pienso bien, escribo regular -desearía que con distinción-, y hablo mal. Solitario compulsivo. Lector omnímodo, omnímodo, diagnosticado de bibliopatía. Apocalíptico y antimoderno. Debemos apartar el chusmerío de nosotros y buscar el lujo de la mente, también la bondad. Voltaire: “La terre est couverte de gens qui ne méritent pas qu´on leur parle (la tierra está llena gente a quien no merece la pena dirigirle la palabra) “Por desgracia la expresión coquin méprisable , granuja despreciable, resulta aplicable a un número terrible de personas de este mundo” Schopenhauer. “Nec vixet male qui natus moriensque fefellit” Horacio, “No se da mala vida quien de nacimiento a muerte pasa desapercibido”. Mejor no podría ser dicho. O bien igual Ovidio, “Bene qui latuit, bene vixit”, “Quien bien se esconde, bien se da”. Solo y oculto se está mejor en esta hodierna e híspida civilización donde la publicidad está por encima del logro, la revelación por encima del comedimiento, la sinceridad por encima de la decencia, el victimismo por encima de la responsabilidad, la confrontación en lugar de la cortesía, la psicología sustituyendo la moralidad. Para acabar ya, y como divisa o lema: "Litteras ese solas quae homines ese vere convincat", las letras son la única prueba de que se es verdaderamente hombre.
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