Censura

La ley no puede apaciguar a un burdo, palurdo perseguidor de maricas. Son pues lícitas las representaciones de erotismo homosexual. La ley no puede apaciguar al que considera sacrosantas sus ideas políticas o religiosas. Son pues lícitas la burla y animadversión a favor y en contra del aborto, a favor y en contra de la monarquía española. Por lícito entiendo no reglamentado en un tipo penal. La ley puede y debe tolerar males que la moral y la buena educación condenan, mucho más enfáticamente en un contexto artístico. El empeño moral no puede apoyar una ley censora. El empeño moral no es el faro decisivo del legislador. El Mal y la Ley, el Bien y la Ley, no son sinónimos. No todo lo bueno debe ser legislado; ése es un muy mal principio. No todo lo malo debe ser prohibido; ésa es mala máxima. Existe un ámbito moral allende la ley. Existe una censura moral más allá de la ley. Existe una aprobación moral más allá de la ley. En la sociedad contemporánea vivimos en un legalismo irracional y asfixiante. Todo son normas. Abuso de normas y demasiadas personas, tal la definición de nuestra época. Me gustaría se instaurara una moral natural de la virtud. Así, seguro, se evitarían la ofensa de que se legisle hasta la nimiedad más inútil, y se evitaría el peligro inminente de la censura. Vivimos malos tiempos.

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