Pax burguesa

La luz tamizada y oscura cae sobre el tejado, el alto linaje de mi secreto burgués es saber estar arrellenado en el sillón, traspuesto, quieto. Así se calman las hogueras del caliente mundo. El insoportable fárrago se adelgaza si me estiro en el diván con un libro. La tiranía del éxito, el alud de la avaricia, la devoción a la maldad, la polución de la tierra y el desbarajuste del dinero, el culto a la imbecilidad, todo huye en mi pax burguesa. La felicidad es un estado catatónico caracterizado por su incapacidad para la sorpresa, como cuando me siento en la galería cálida acristalada y me embobo mirando nada. O no. Miro atento y voraz la iglesia del siglo XIII a dos metros de mi galería, y sé que la iglesia y el hogar es la eudaimonía. Paz. Ver el amor con que cae la lluvia.

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