Mi propuesta ontológica acerca de lo que hay en el universo sería como una n- tupla U=<a, b, n, i, p, e, ?> donde «a» equivale al conjunto de objetos físicos situados espaciotemporalmente -sillas, estrellas, árboles, átomos. donde «b» equivale a los objetos abstractos, la belleza, la bondad, el mal, el amor etcétera, «n» equivale al ancho universo matemático, donde los objetos matemáticos, números, triángulos, cotangentes, ecuaciones, tienen el mismo vigor ontológico que los datos de los sentidos, amén de su objetividad irrefutable, y de su rocallosa certeza, «i» equivale a las ideas y productos culturales, tanto ideas filosóficas, estéticas como científicas y biológicas, «p» y «e» significan en esta abarrotada, densa y barroca metafísica, alternativamente «procesos» y «eventos» y son los potencialmente e imponderables agentes de cambio de la realidad y las ideas -si me leyera Lucrecio los llamaría «clinamen»-. Y, por último, «?», significa la hipótesis de un Ser Supremo, o bien un Uno, o una Energía Dimanante, o bien un Dios subyacente e inmanente, estructurador y motor de las distintas entidades de este florilegio existencial. El alma o espíritu humano lo considero una manifestación o subgrupo de «b» ó «i», o bien de «p» y «e».
Pues bien, y disculpen el fárrago del párrafo anterior, perdonen filosofemas de diletante; sepan que cuando yo contemplo desinteresadamente las leyes del universo que figuran los componentes antes mencionados, cuando oigo al lobo en mitad del risco, cuando cae la nieve invulnerable a la maquinaria de la fábrica y al alquitrán o asfalto de la carretera, cuando mi soledad demuestra que al mundo le gusta ocultarse pero es íntimamente racional, cuando de la rosa se infieren los más potentes teoremas del porqué, cuando mido las expresiones de mi vida y advierto algo jocoso y apesadumbrado que demasiadas son indecibles al patio y la corrala, y me las guardo solo decibles para mí en un oriente engastado a nubes de rítmica armonía, si yo me digo que mi axioma es «la semilla es verde, la fuerza del tallo es verde», entonces se aquieta mi alma menuda y me anudo a los engranajes del orbe como un cometa se hila a la gravedad del planeta que le atrae. Ser. Ser y basta. Ser y basta y nada más. Ser redondo y vegetal. Una vida falsa implica cualquier mala vida. Ex falso sequitur quodlibet. La Historia de la Verdad es la historia del Sol. Y la Historia de la Razón es la Historia de la Luna.