
(i) La cantidad de energía necesaria para refutar las sandeces es de un orden de magnitud más grande que aquella que se necesita para producirlas (Ley de Brandolini)
(ii) «El hombre olvida que es un muerto que conversa con muertos» Borges
(iii) «En tres cosas se revela un hombre: en su copa de vino, en su bolsa y en su cólera» Talmud babilónico
(iv) «Envejecer es comenzar a tener cuerpo» António Lobo Antunes
(v) Prefiero no seguir el secreto impulso de mi carácter.
Me autodestruiría.
(vi) Que nadie confunda lo escuro con lo culto, que lo escuro no es culto sino inculto. Gabriel Bocángel.
(vii) Los escritores de las redes sociales somos de un penoso gatillo («enter») rápido. La inmediatez irreflexiva propia del medio solo pinta mermas expresivas y agudiza errores evidentes. Un poema necesita descansar en el cajón. Como una novela. Así se solidifican los temas, se evitan las ocurrencias de relleno, se trabaja el ritmo, y se pulen y escamondan los efectos y figuras gramaticales. Uno, con tranquilidad, puede meditar en el tono respecto al contenido, y sutilizar. Incluso la prosa o poesía más aparentemente sencilla precisa de un trabajo obsesivo de obrador.
Mea culpa.
(viii) Mesa camilla, radio, televisor, ordenador. Cada aparato trae una mayor soledad y aislamiento. Cada utensilio posterior provoca melancolía respecto al anterior. Yo fui de la generación del BUEN (je, je) televisor. Y ya me espanta como una rata en el baño una familia con tablets, computador, videoconsola y móvil.
(ix) ¡Que desguacen la tumba de Franco, pero que vuelvan los serenos!
(x) «Si hay una cosa de la que siempre he estado seguro desde la niñez, y lo he estado cada vez más a medida que me hacía mayor, es que nada es poético si la simple luz del día tampoco lo es; y ningún monstruo debería asombrarnos si no nos asombra el hombre normal.» G.K. Chesterton
(xi) Escuché a parlamentarios y universitarios. Ignorando el ingenio más refinado abundaban las bromas infantiles (en unos) y las falacias triviales (en otros), todo bañado de un «sermo decinctus» de medio hombres y medio mujeres rudas, así como del análisis político más grosero.
Dedicar el tiempo hábil al estudio, a un saber en mitad de un «otium studiosum» o bien en pleno «otium cum dignitate» (el único ocio divino es estudiar de modo incesante), eso les deseo. Hubiera convenido a los jóvenes y a los políticos la definición del «sermo erudito» que leemos en Macrobio: «concentus in dissonis, in unum conspiratio», y quitar de sus mientes peluqueras palabras gruesas y panaderas burdas sentencias.
Creeré en España o la Democracia cuando ir al bar en este decadente siglo XXI fuera o fuese lo mismo que acudir a un salón de Madame du Deffand o Madame de Sévigné en el siglo XVIII. Ah esta Edad de Piedra Electrónica, esta Edad Media Tecnológica, este Océano Gris de las Redes Sociales, Esta Era del Barullo Mental, estos Parlamentos y Universidades Orangutanescas…
(xii) Notable frase – para meditar sobre su alcance – del querido Juvenal: » Ayer eran sólo despreciables rufianes. Hoy controlan nuestras vidas».
(xiii) Pienso en lo que decía don Antonio Machado en su JUAN DE MAIRENA: Hay gente que nunca se cansa de ignorar.
