Damien Hirst

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«Un buen negocio es la mejor forma de arte posible»

«Nunca tuve el menor reparo en robar ideas de otros»,

«Lo hago como me da la gana» D.H.

El arte envenena ahora las espumas del océano

e Instagram me hace sentir envidia,

Facebook rabia

y Tuiter me enerva,

el secreto del arte no es la quieta y saturnina primavera,

su reposo no arde en la glena,

sus imágenes no nos representan personas del más alto nivel

(exfoliantes, espráis bronceadores, sérums antienvejecimiento,

botox, manicura, kit para depilarse, afeitadores anales;

el Artista se bebe dos litros de ginebra y, pulidísimo,

monta el show en el programa de televisión)

Arte que no se cultiva en largas noches pacientes,

que imita psiques de torturadores y jupiterinos narcotraficantes;

no hay en él iglesias ventosas rodeadas de musgo,

otro fuego peretende iluminar nuestros rostros ora enanos, ya tacaños

(¿de verdad es necesario que consulte

con el marchand cuándo orinar o comprar o qué payasadas ensayar?)

Me voy a sentar firme -pero no aburrido- en mi samovar,

soñando con un mundo limpio como una compotera

y las nubes rodando por los cielos cual calabazas de huerta.

(*)

Lluvia, humo de leña y nubes,

pintadas con morosidad y precisión.

Consagra, gran pintor del pasado, tu ocio sagrado

a la faz de las estrellas;

allí donde no se encuentran una desinflada colchoneta

y una anoréxica en el despacho rugoso del psiquiatra,

sino la luna, la galaica luna,

la distinta luna oculta,

con las eternas campanas del río.

Bañada en cadencia de una niebla abuhardillada

e igual a un tropo mental de Divina Providencia el puma -El Artista

espera mucho de la Tecnología y el Mercado,

en un coliseo de gladiadores, afirma,lo mejor es

no esperar nada del Otro-

(**)

Adriano no acaricia a su caballo, art or bunk?,

las criadas ya no van al Sena a por el agua (art or bunk?),

moda y arquitectura pertenecen a una conciencia onírica de mandriles

como la funesta publicidad (art or bunk?),

no hay una tierna camaradería entre hetairas y poetas,

emigran a América harapientos flâneurs,

y el terrorismo cumple su guerra de Estado,

y crece sin cesar la muchedumbre (art and bunk)

El Artista cree que sus pensamientos y emociones

han sido dados por la sociedad,

la vida es muy rápida, ¿a qué detenerse a pensar?

Ahora los pintores no pintan con el cuerpo

y todo semeja un ragtime descosido y surrealista.

Lo moderno se legisla parcheando,

troceando sombras,

y los arzobispos escriben sesudos tratados de vaginoplastia

y tú conoces demasiados listillos que se dicen «El Artista».

Sea mía la luna del bosque y no las salchichas de Koons,

mío el lobo nocturno y no los tiburones en formol.

El arte de estos mamarrachos, ¿hasta cuándo?

Corruptamente pocos repudian esta ruindad estéril que se asienta.

El sentimiento de los ojos no consuma dulces experiencias.

Acepta, querido lector, lo que el Artista y el márketing niegan:

nada te falta, estás bien cómo estás.

En el sórdido café -los ves- cuentan ellos sus riquezas ufanos e imbéciles.

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