
Ha muerto Almudena Grandes. La idea de gran novelista que tiene un lector mediocre. Literatura vieja y corrompida. El padre Coloma parece un ultraísta punk comparándolo con su estilo literario. Escribía de modo tirante, avulgarado y sacerdotal. La minipimer de la cultura sectaria de izquierdas.
La impagable Almudena se burló de monjas violadas, tuvo visiones históricas idílicas e irreales y apenas leía -lo que se le notaba mucho, claro- «para no contaminar mi propio estilo».Toda muerte nos disminuye. Sinceramente lamento su muerte y expreso mi pésame a sus seres queridos. Pero me resultan incomprensibles estos panegíricos frailunos o masajes laudatorios como si se hubieran muerto Galdós, Valle Inclán y Virginia Woolf juntos. En fin. Fui acerbo con su obra. Demasiado joven para morir. Que el cielo le sea cumplido. D.E.P.
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Me leí esta noche, «Añoranza y necesidad de la tercera España», de Villena, en Athenaica, doce euros muy bien gastados.
Tomito de propósito civil y educativo, divulgativo en la línea de los ideales ilustrados o regeneracionistas. Cela, en su entrevista en The Paris Review, declaraba que le gustaba la España de las moscas, los toreros de pueblo, los curas, la guardia civil con su tricornio, el garrote…La España, a fin de cuentas, negra y tópica y arrebatada, la de la cigarreras andaluzas con su faca en la falda y el boticario y el alcalde yendo de putas.
La primera España es tridentina, conservadora, dogmática, católica, clasista, monárquica, imperial. La segunda España es una contra-aserción o contra-declaración a esa España, heterodoxa, laica, comecuras, incorformista, probablemente -seguro- la enterrada en el corralillo o cementerio civil, verdadero muladar de la época. Una España podría simbolizarse en la adusta e híspida mirada de Niño de Guevara, la otra en el empecinado -ciego y vesánico- Juan Negrín.
¿España? Demasiados retrocesos…; «clara, pobre y cejijunta» (Unamuno), la «espaciosa y triste España» sufriendo llamas, dolores, guerras , muertes, asolamientos, fieros males. «Ciego el ibero / de un furor inhumano /fulmina impío el reluciente acero / contra su propio hermano» (Meléndez) Y sorprendió Machado en nuestra patria «un trozo de planeta / por donde cruza errante la sombra de Caín» Y no solo Valente, Bousoño, Hierro, Gil de Biedma, Blas de Otero, Lorca («Oh España, luna muerta sobre la piedra dura»), etc…han expresado líricamente el dolor y drama de España, también los intelectuales han inquirido sobre nuestra naturaleza. Villena da un repaso periodístico somero a vuelapluma (pero ponderado y sagaz) a las ideas de Menéndez Pelayo, Joaquín Costa, Ganivet, Ramiro de Maeztu, la polémica entre Unamuno y Ortega, Laín Entralgo etc…hasta deternerse en la agria disputa entre Américo Castro y Sánchez-Albornoz (inclinándose matizadamente más por el segundo debido a su mayor empirismo histórico)
En la segunda parte del libro dibuja su idea de la tercera España, es decir, de los desafectos de la primera y segunda que suele acabar en una degollina (real o simbólica). Desea una tolerancia respetuosa y culta, una unidad nacional en la pluralidad cultural, una España con una plenitud nueva fundamentada en nuestra vieja historia. Abomina lo feroz y necio (de aquí o acullá), los dislates gubernamentales de la diestra o la siniestra, quiere una educación global y de calidad y no cuarteada en cada reino de Taifas autonómico.
Avengo con el autor a la busca de esa tercera España. Si Villena es un descontento del lado oficial de la izquierda, yo lo soy del lado de la derecha política ortodoxo, a menudo ultramontano, asilvestrado o chupacirios, poco cosmopolita y abierto y libresco.
¿Alguna vez viveremos sencilla y doctamente, sin decir nada malo, sintiendo el barullo elegante de la vida?¿dejaremos de oír a politicastros graznando con ideas de chusco torrezno, meros gaznápiros encumbrados por la ambición desmedida, cesará ese ricino, tocino, morcilla y pepino de élites deslustradas, de socialistas y comunistas de culo dorado con medidas improvisadas a golpe -y sabor- de pimienta y cayena?¿Será España una nación rica, despejada, clara, libre y feliz, de no «inmemorial mal gobierno? Demasiados retrocesos, nuestra historia se cifra en pocos avances y demasiados retrocesos. Y en división cainita. Pero no es una mística del cielo ni indefectible «vox dei» que esto deba ser siempre así.
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VARIACIONES A UN POEMA DE CAVAFIS
Serían las once u once y media de la mañana.
Con andares ensimismados atravesaba
el barrio proletario.
En las paredes grafiti, el quiosco solitario,
coches de baja gama, a un lado el descampado
con rotas botellas de alcohol, y,
en el vulgar y humilde balcón,
la bellísima mamá joven tendiendo la ropa
con la bata entreabierta.
Asomo del escote,
mayolianos medrosos bultos gemelos,
rápida visión de la carne,
abrasivo calor del fulgor del mediodía
que atraviesa treinta años y viene,
ahora, para permanecer en este poema.
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«Mariposa, flor vagabunda» nos recuerda Karmelo C. Iribarren que escribió Jules Renard. A diferencia -enorme- de la soberana vulgaridad de aquel verso de P. A. Lebrun donde se asegura que «Le papillon est une fleur qui vole» (ni en francés se pueden decir estas cosas sin llamar urgentemente a la gendarmería, aunque sea de madrugada) Verso que asocio en mis privadas imaginaciones con aquel de un poeta español del XVIII y que, según F. Rico, era el peor de la historia de nuestra poesía, que declaraba solemne y funerario «Amortajado amor, amor tajado».
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Soy demasiado inteligente para ser buen escritor…o español.