
Mi primera vocación fue la ciencia, concretamente la matemática. En el Instituto me seleccionaron todo el bachillerato -y antes aún en el Liceo- para representarlos en la Olimpiada Matemática. No lo hice mal pero siempre nos ganaban los del Colegio Alemán, que daban el triple de horas lectivas de esa materia respecto a nosotros.
Tuve una experiencia estética con un libro de poesía en mi adolescencia y nací a la literatura. Durante la Universidad (en las que estudié muchísimo aunque solo me licencié en Filosofía pese a tener cuatro cursos aprobados de Exactas) escribí dos novelas, que todavía andan en aquellos viejos disquettes antediluvianos.
En esos años jóvenes fui de oyente a cursos de informática (especialidad en AI), derecho mercantil e internacional, economía, y aprendí las principales lenguas europeas vivas, a leer alguna muerta, y rudimentos de un par o tres de exóticas. Acabada la carrera hice cursos de doctorado en Lógica Matemática (con énfasis muy especial en la Teoría de Modelos y el Álgebra Universal) y después decidí no seguir la carrera de profesor y preparé oposiciones para diplomático.
Pero hete aquí que un año malhadado me fichó un país extranjero (del que yo había escrito artículos muy ditirámbicos o laudatorios en revistas universitarias) y mi vida cambió de arriba a abajo, copernicanamente. Tuve que trabajar de manera obsesiva y ocultar mi profesión (para eso tenía una tapadera perfecta que no viene al caso) y ocultar también de forma extrema mi vida. Me convertí en una especie de gentleman de formas exquisitas, muy cauto y reprimido, y analizando, descubriendo y transmitiendo información en defensa exclusiva de los intereses del país por el que trabajaba.
Pero fui descubierto y entonces empezó mi vida pública (en el proceso de descubrimiento y, para protegerme, inventé métodos y modos que han pasado a la pequeña historia de la Inteligencia…y del teatro)
De todo esto quería escribir (ahora que debido a dos infartos muy poca vida ya me queda) y dejarlo como testimonio a mi familia. Pero la embajada -digámoslo así- me prohibe escribir mis Memorias, incluso, obviamente, «a clef». Este post es mi pequeña venganza. Debido a las cantidades ingentes de trabajo que padecí (y muy bien retribuidas) mi formación literaria se resiente y resintió. En literatura soy todo limitaciones. A lo mejor me decido a corregir los poemas y publico dos o tres poemarios (tengo ofertas de al menos dos editoriales) Pero si en algo he sido un fuera de serie, un primera espada de nivel internacional incluso, no ha sido precisamente como escritor ( o no solo) En fin, gajes y cosas del oficio. Una pena todo.