
Pensemos. A está relacionado con B y B está relacionado con C, por tanto, A está relacionado con C. Pensemos entonces. A es paralela a B, B es paralela a C, de ahí que A es paralela a C. A es hijo de B, B es hijo de C, por lo que, cuidado, A no es hijo de C.
En poesía muchas veces o casi siempre las conexiones o secuencias no son tan obvias, son más bien conexiones ovnis. Nietzsche (Werke, II, ed. Schlechta, págs. 789-790) habló de que estamos los humanos «seducidos por el lenguaje«. Wittgenstein (Philosophische Untersuchungen, nº 109) habló con idea similar que estamos los hombres «embrujados por el lenguaje«.
El poeta es el prototipo de ese embrujamiento o seducción por el lenguaje. En sus asertos hay una mágica y geomántica lingüística revolucionaria. El lenguaje se va de vacaciones a los hoteles del crepúsculo o de vacaciones con brujas y meigas. En la poesía lo cuádruple bebe la tardanza. Y el 9 duerme con las piernas verdes. Y los epítomes comen niñas. Y los sueños huelen gatos y polinomios. Y la fuerza que impulsa la flor es la misma que impulsa nuestra edad. El poeta no ve un lenguaje rutinario e inactivo. Aprecia el descontrol de las paráfrasis y los símbolos y las corajudas metáforas. Más que oraciones a las que es pertinente pedir su valor veritativo, su mero ser verdaderas o falsas, debiéramos hablar de versos con valor mágico, con encantada emoción, embrujados o no embrujados. A veces es difícil saber aquello que el poeta imagina, pero el poeta es un ser de otoños e imaginaciones.
A veces es difícil saber qué situación ejemplifica el poeta o averiguar a qué se parecen esas situaciones, pero el poeta es –insisto- un ser de inviernos y escenarios extraños. A veces no son usadas las palabras en su contexto adecuado, pero ¿qué será un poeta sino una triste colección o cesta humilde y recia de palabras gnósticas? A veces el poeta es auto-contradictorio, confunde las categorías, o no es traducible a un lenguaje ordinario, pero ojalá que la locura de los poetas fuera Gran Ley.
Existe una cohorte de exégetas en esta España de críticos papanatas que confunden la profundidad con una farragosa secuencia de sentencias oraculares que estrictamente no expresan nada (ni racional ni irracional; son meros conjuntos aleatorios de palabras) Pero el poeta, si no es quincallero retórico, en sus obiter dicta hay una complacida falta de engaño (también frente o por los alrededores de cierta aurea obscuritas en algunos, si poco claro le gusta ser o se amolda su poética a ese estilo)
En la sociedad hay como un quorum de pensamiento socialmente permitido, una tiranía del estilo y modelos abajados periodísticos; el poeta es el hereje de esa convención. Hay pensamientos y sentimientos expresados casi privados que crecen en lo público del poema leído en nuestra intimidad. Muchos poetas podemos ser unos hombres cándidos, pánfilos, y simplones, pero el verdadero poeta arde con grito de Almanzor. El poeta no escribe con espesor municipal y alma de instancia burocrática o noticiosa.
Resumiría la mente y hacer del poeta con una expresión: RACIONALISMO MÁGICO. A mí particularmente me gusta la poesía bien ordenada (clásica) y con sensibilidad lógica o propensiones racionales, y poco las galaxias literarias demasiado herméticas. Pero asimismo no me gusta la poesía SOLO enciclopedista y didáctica. Me gustan los poemas que se entienden, sobre todo, también, los poemas que, tras una primera lectura donde aparentemente todo es sencillo y claro o preciso, en una relectura ves que se elevan a cimas de una parcial ininteligibilidad o misterio o bosque de elfos. Que surge en ellos, bajo esa capa lógica, el misterio. El racionalismo refiere al significado informativo o cognoscitivo; la magia refiere al significado emotivo o metafísico. Un ser diurno y nocturno, un ser de cercanías y lejanías, un matemático y un mago es el poeta; insistamos, un RACIONALISTA MÁGICO.
***
El esquizofrénico es un poeta que se cree un científico. Toma como verdades científicas rocallosas a las meras débiles conjeturas fantasiosas, como fuerzas o verdades que le impulsan y dejan sin control su apetito o deseo racional, y le arrastran asimismo al esplendor de la sinrazón y el nonsense, y llama –se empecina, se obstina- a esas fuerzas de caballo negro insidioso que le impulsan, Verdad o Ser o Realidad o Ciencia.
Lo más penoso es que este conducir un coche transgrediendo todas las leyes de la circulación, a este mapa de creencias que no modela bien –sino muy mal- el mundo, a veces termina en un autismo deficitario, residual, en que la disociación o escisión o disgregación de las diversas funciones y formas psíquicas es una de sus características más importantes. Se pierde el hilo y tapiz de las ideas (RACIONALIDAD) y el enfermo desarrolla largos e incoherentes monólogos fuera de lugar y contexto (MAGIA, PERO NEGRA)
Se da un aflojamiento (“Lockerung”) de las asociaciones que lleva a perder las conexiones e inferencias lógicas. No se logra hilvanar, enhebrar, hilar. Los datos se producen y relacionan de manera absurda. No hay relaciones apelativas con el mundo exterior. Es como si la mente, parecida a una serie de circuitos eléctricos, de repente padeciera un brutal des-cableado. La entropía cognitiva destruye cualquier equilibrio o sistema de pesas y medidas. Tu vida entonces se destruye. Todo es como la difusión radiofónica azarosa y con interferencias de un sistema mágico en aquello que antes hemos llamado “racionalismo mágico”, sin asomo de bridas o participación del más elemental análisis lógico (RACIONALISMO MÁGICO SIN RACIONALISMO). El esquizofrénico queda “embrujado” o “seducido” por el lenguaje propio de un Yhavé maligno y caprichoso que juega a los dados con nuestra cabeza.
La atención, la concentración, la significatividad, la orientación, la memoria, la inadecuación al procesar las entradas y salidas de información, la capacidad de abstracción, la conceptualización, todo se deteriora gravemente. Por eso para mí ahora uno de los ejercicios (y momentos) más importantes del día son el repaso de mis estudios de matemática universitaria que representan algo así como el opuesto al embrujamiento surrealista descabellado, destartalado, descalabrado, así como la posibilidad o fármaco para impedirlo (las matemáticas me familiarizan con asociaciones nunca laxas, sino necesarias)
***
Parezco un niño inerme, temeroso, que teme que lo zarandeen y sacudan, y pierda pie. Mi vida es como el trabajo de un ebanista que intenta moldear para que no cojee su mesa, y lijar y barnizar y barrer el suelo de serrín. A veces es como intentar vaciar un pozo con una cucharilla de café. Solo deseo no empeorar, no deteriorarme, no acabar institucionalizado. Que mi alma sea (lo quiera Perséfone) un pastelito de fruta confitada, o jerez, o salmón inglés, y carne dulce y tierna, jugosa, como esencia de rosas y miel. El camino será arduo y pedregoso. No desistiré. Confío.