
Me leí estos días atrás El amor al revés, de Luisgé Martín. Memorias sodomíticas del autor. Explica el trance autobiográfico de una homosexualidad en principio no asumida hasta su plena asunción. Leí la novela o crónica con bastante gusto, es entretenida y amena, pero, si debo comentar in modo impressionistico, tipo pulgar arriba, pulgar abajo, admito que me dejó bastante frío. NO ME LLEGÓ.
Todo parece (rescato de mis notas inmediatas de lectura) la vida de un santo gay, con su vía crucis y camino de purgación, concluyendo en una suerte de vía unitiva feliz. Se transparenta muy bien el carácter del protagonista. Es una autobiografía correcta pero no puedo mostrar por ella un entusiasmo fingido o superior al real. Abundan recuerdos, pero sin plan dilucidador, y la conciencia del protagonista lamento creer que se aleja años luz de una conciencia superior, y demasiadas veces es un muestrario de sus (bastantes) limitaciones.
Desolador (aunque humano, comprensible, y lamento la nula empatía) que el secreto más profundo de una psique signifique auto-desprecio. Y muchas veces Luisgé Martín parece más una viñeta de tebeo que un acabado personaje. En el libro no hay –juraría- una visión profunda del mal o del bien, todo se esboza a brochazos de pintor principiante.
La ficción real sugiere que no hay detrás una inteligencia fuerte, una voluntad fáustica o un punto de vista original sobre el mundo y la vida. Hay como una densidad de basalto que oscurece la verdadera visión, la grandeza. Burbujea desolada miseria. No hay ideas espirituales refinadas (muy desdichado, y cruel literariamente, para el escritor español comparar su autobiografía con Confesiones de una máscara del japonés Mishima)
Su mente baila de puntillas sobre las vicisitudes y conflictos (y a trancas y barrancas los solventa) porque no posee una verdadera música sinfónica, sino retazos de cancioncillas pop. Me alegro que el autor haya superado traumas y sinsabores, pero su identidad madura me parece postiza, ritual, manufacturada en serie.
Me alegro que huyera del infierno y alcanzase la autorrealización. Pero me desagrada que no exista singularidad en la concepción de sus escrutinios; todo deriva o acaba en un gay auto-satisfecho, cortado (como millones amontonados) en el patrón LGTB-Chueca.
***
La moral novelística sobre determinados temas (racismo, feminismo, clasismo, homosexualidad) propende a sermonear al público. Desde púlpitos amedrentadores (Hollywood, la televisión, la industria editorial o musical) nos urgen a que hagamos limpieza. Se rechazan malos modelos (supuestos malos modelos) y se disemina una moral sexual y de la naturaleza humana cuya no aceptación trae consecuencias desastrosas. Discrepar o matizar X, no aceptarlo sin rasguño crítico, te convierte ipso facto en homófobo, machista, facha…
De esta sutil corriente participa también la obra de Luisgé Martín, novelista por otra parte muy encumbrado y valorado encomiásticamente por la crítica.
***
VARIACIONES A UN TEMA DE FÁTIMA MALDONADO
Chorrillos de consignas, aluviones, discursos,
y retrocederá el veneno agrio de los sueños.
No creas en Dios, recibe por TV principios
de la Santa Cofradía Progre, y así, destruidas
las obscenas banales palabras, con ajuste
Luciferino, reinará Moloch en los bosques.
Tuyo, oh Señor, el cielo sobre nuestras cabezas.