Diario de un esquizofrénico 33

La patria ha sido un concepto discutido y discutible.

Hubo quien la consideró una nada (néant), creyendo que aquellos quienes la invocaban o daban su vida por ella, remoloneaban en torno a un vacío, y hubo quienes creyeron su vida transformada en llamas a su llamado.

Louis de La Forge dijo: “Nación y fe, patria terrenal y celestial, son los dos polos entre los cuales oscila la vida saludable; cuando una arraiga en la otra, el espíritu se eleva

Laugier afirmó con exaltada poesía: “Es necesario mirar la patria como un luminoso bosque

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El Dr. Johnson la consideraba el último refugio de los idiotas y Derrida (citado por S. Petrosino, Jacques Derrida et la loi du posible, París, Les Editions du Cerf, 1994, p.51) consideraba preferible la afasia y la amnesia a ser “devorado por ese Polifemo”.

No recuerdo qué punk americano –quizá Kathy Acker- dijo que la atufaba a yogur caducado y a Eugenio Sue (para nosotros, Ayguals de Izco)

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Ninguna nación muere salvo que se suicide, como España.

Cuando nos juzguen, no será por el simple pecado intelectual de no haber apreciado otras naciones, sino por el supremo pecado espiritual de no haber valorado la nuestra

La realidad del patriotismo no es la mera ciudadanía. El patriotismo no es en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, en la gloria y en la expansión nacional y en la desgracia y decadencia. No es viajar en el barco del Estado como pasajero, sino hundirse con el barco, si es necesario

Coincido poco con estas ideas de Chesterton.

“HISTORIAS DE NACIONALISTAS. He aquí la clave de reproducción de todo nacionalismo: relatos que transmiten una lejana y lancinante melancolía. Como Michael Collins, muchos vascos de mi generación estuvimos expuestos a los significantes deletéreos de ese tipo de historias: narraciones sacrificiales de amor y de inmolación, de heroísmo y de culpa, de traiciones y derrotas. Las he oído desde mis días de escolar, en el patio del colegio, en los fuegos de campamento, en las sobremesas familiares. Historias de martirio y de gloria desesperada, de pérdida y de negación de la pérdida; historias que, invirtiendo el orden habitual del cuento maravilloso, arrancaban de una situación de plenitud para concluir en la desposesión desde la que el nuevo héroe (papel que nos estaba reservado a cada uno de nosotros) debía partir en busca de la patria arrebatada, de la lengua prohibida, del grial que devolviese feracidad a la tierra de los ancestros y salud a la raza exangüe. Suturar la herida, colmar la carencia, restaurar el orden edénico: tal era la misión –la tarea difícil de Propp- que estas historias nos imponían” Jon Juaristi

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Al igual que el expatriado Canetti, MI PATRIA ES MI BIBLIOTECA.

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